Cuando llegaron, algunos de ellos se cambiaron el nombre para facilitarle el trabajo a sus profesoras del Centro de Linguas de la Universidade da Coruña y para no pasarse el día repitiendo hasta el anochecer unos nombres que nadie iba a entender ni a pronunciar correctamente, así que, en la clase hay una Yolanda nacida en China, al igual que sus compañeras, Esperanza y Nina, y un Fernando que viene de Vietnam. Durante la mañana de ayer, este grupo de treinta alumnos serpenteó por los puestos de la plaza de Lugo, hablando con las placeras, con paradinhas para posar con fresas, y descubriendo que la cabeza de cerdo es un manjar en la tierra que ahora les acoge y que hay percebes que crecen en las rocas, que se pueden comer crudos y que "saben a mar" cuando descubren cómo sacar de su escondite la carne del marisco.

Cuentan sus profesoras del Centro de Linguas que es una manera de que conozcan parte de la cultura coruñesa y de su gastronomía y de que practiquen y se relacionen en un ambiente diferente al de la clase intensiva. "Queremos estudiar en el extranjero y elegimos España porque es simpática y porque la matrícula de la Universidad es barata", comenta Fernando que, ayer, se afanaba en conseguir fotografías de frutas y pescados que no había visto nunca antes, porque esa era también parte de sus deberes del día. Precisamente, esa, aprender a diferenciar los quesos gallegos -reírse tímidamente al descubrir que hay uno que se llama tetilla por razones más que evidentes-, saber cuánto cuesta el kilo de alcachofas y aprender "cómo se dice cabeza de cerdo en gallego". Cachola. "¿ Gachola?". "No, cachola".

La profesora Carmen Lastres cuenta que algunos de los jóvenes que asisten a sus clases tienen entre 18 y 21 años y que se preparan para, el año que viene, poder matricularse en la Universidad y cursar algún grado. Algunos lo tienen muy claro: el de Fisioterapia; otros, el de Español pero, para otros, la decisión está todavía en el aire. Sus profesoras no ocultan que les gustaría que se quedasen en la Universidade da Coruña, una posibilidad que no se sale totalmente de sus planes.

Hasta que llegue el momento de elegir, a los treinta alumnos que forman el curso -algunos empezaron el 15 de octubre y otros en enero, por eso tienen niveles diferentes- les queda por delante el reto de aprender a comunicarse mejor. A Zizie, una de las alumnas, le gusta casi todo de A Coruña pero encuentra un inconveniente con el que no contaba: "Llueve mucho", dice, ante la cara de las placeras que la ven divertida corriendo por los pasillos y un hombre que se ofrece para ayudarles e invitarles a comprar una camiseta del Dépor. Casi de estreno estaba también el profesor Arturo Ibáñez, que todavía no conoce a todos los alumnos porque empezó esta semana sus prácticas con ellos. "Me lo paso muy bien, en clase les hablamos solo en español y ahora ya se van soltando", comenta.

Y ayer, ante los puestos de la plaza de Lugo, se maravillaban no solo con las cosas que había, sino con sus precios. "En Vietnam el marisco es barato y la fruta, cara, al revés que aquí", decía ayer Vanes, que no se cambió el nombre al llegar porque tenía ya uno en inglés.