Un pastor alemán sembró este viernes el pánico en la sede central de una conocida entidad financiera de la ciudad. Su dueño decidió atar al can con la correa a una de las barandillas de la entrada mientras acudía al interior de la sucursal a hacer unas gestiones. Rodeado de clientes y empleados en el bullicio de la mañana, el perro comenzó a ladrar furiosamente a todo aquel que se le acercaba, ante la extraña mirada de los viandantes. Algún trabajador, con clara fobia a estos animales, incluso decidió salir a la calle por una salida secundaria de la entidad. Cualquier cosa con tal de no tener que aguantar sus ladridos.