Uber está valorada en 68.000 euros, una cifra astronómica, especialmente si se tiene en cuenta que, desde su creación en 2009, acumula unas pérdidas de 3.000 millones de euros. ¿Cómo puede tener ese valor si nunca ha dado ganancias? Porque los inversores confían en ella y en la expectativa de los beneficios futuros que, presumen, dará. El capital de esta start-up no reside ni en una tecnología única, ni en una gran flota de coches en propiedad, sino en la cuota creciente de mercado que hace que cada vez más conductores estén interesados en formar parte de su plataforma.