Para algunos emprendedores compartir se ha convertido en una necesidad, no solo económica, sino también vital y laboral. Carmina Escrigas, que tiene una oficina en la calle Torreiro,calle Torreiro dice que ahora se le ha puesto nombre a algo que se lleva haciendo muchos años, que eso de agruparse entre profesionales para pagar recibos, eso que ahora se llama coworking, coworkingexistía aunque no era tan visible.

Esta solución, que se empezó a escuchar en las calles de la ciudad hace cinco años, es ahora una de las fórmulas que los emprendedores eligen para darse a conocer y para tener una oficina y una imagen que trabajar en casa no les ofrece.

Es parte de la economía colaborativa, compartir gastos, intercambiar también información y experiencias para seguir creciendo, dejar de trabajar en bata para hacerlo en un ambiente laboral aunque sin tener que afrontar en solitario la abultada tarifa de un alquiler. En A Coruña hay varios modelos de espacios de coworking, desde los que no tienen ni nombre hasta los que ofrecen a sus asociados la posibilidad de salir a una terraza o subir unas escaleras y descansar en un puf. Para Sonia Hermida, una periodista instalada ahora en The Roof, trabajar desde casa no le daba lo que buscaba, el contacto con la gente, a pesar de internet.

Las oficinas compartidas de la ciudad ofrecen estudios para dos personas, pero también puestos que, como los de la biblioteca, se ocupan si están vacíos, en una mesa corrida. Algunos nacieron de la necesidad propia de tener oficinas puntualmente o una sala de reuniones y de repartir gastos y, por extensión, de aumentar la red de clientes a través de la relación con otros profesionales y es que, en el mundo de los autónomos, conocer qué necesidades hay y cómo solucionarlas es una de las claves para resistir.