Para Francisco Castro e Itziar Sobrino lo más importante de participar en el Certamen Universitario de Actuaciones en Sala no fue ganar, aunque también, sino "trabajar en equipo" y aproximarse a lo que puede ser su profesión en el futuro. Cuenta Francisco Castro que, ahora, para que los abogados puedan ejercer en un juicio tienen que hacer un máster, que no basta con acabar el grado, así que él como sus compañeras Ana Carlota Quelle, Elena Otero, Itziar Sobrino y Leticia Mosquera, cursaron el que oferta el Colegio de Abogados de A Coruña y la Universidade da CoruñaColegio de Abogados de A Coruña Universidade da Coruña, y fueron seleccionados para mostrar lo aprendido en una competición con estudiantes formados en otros centros de España. En total, se enfrentaron doce grupos, seis eran querellantes y otros seis querellados, la posición que les tocó defender a los coruñeses.

"El grupo del CEU San Pablo, de Madrid, hizo los escritos de acusación y, en base a lo que ellos ponían, nosotros hicimos el escrito de defensa, esa parte puntuaba, pero después tuvimos que ir a Madrid para hacer la actuación en sala, y allí valoraban todo, la forma de exponer, la presencia, el respeto a los miembros del tribunal...", comenta Castro. Todos tenían que enfrentarse al mismo caso, el de una empresa que cometía un delito contra el mercado y los consumidores, ya que sus altos directivos se aprovechaban de información para comprar acciones de la propia sociedad. "Eso está prohibido y a nosotros nos tocaba defender lo que habían hecho", explica Castro.

Itziar Sobrino y Francisco Castro creen que una de las claves para haber ganado el certamen fue que tanto sus patrocinadores, la firma de abogados Fortuny Legal, que les ayudaba en temas de estrategia, como sus profesores, les prestaron mucha ayuda y que les pusieron en situaciones complicadas para enseñarles a salir de ellas airosos si se les presentaban en la sala. "Ensayamos muchas veces", recuerda Castro y es que, a pesar de que tenían la posibilidad de que uno solo de ellos actuase como portavoz, quisieron repartirse el tiempo para que sonasen en la sala las voces de todo el grupo. Para Sobrino, este premio, que incluye prácticas en la asesoría jurídica de algunas de las principales empresas españolas y también un curso de Compliance Officer, valorado en 1.400 euros, la hace enfrentarse "con más ganas al mundo real" a lo que será su profesión, que combina no solo la interpretación de las pruebas y la redacción de los escritos, sino también una parte un poco más teatral. "Al fin y al cabo, lo que tienes que hacer es convencer al tribunal de tu postura, aunque tú no te creas a tu cliente tienes que hacer ver que sí, que está diciendo la verdad y que lo que tú dices es lo que tiene que aparecer en la sentencia", relata Sobrino, que asegura que no fue hasta tercero o cuarto de carrera cuando descubrió que el Derecho le "gustaba de verdad". Ahora, con el premio bajo el brazo, asegura que la rama penal es la que más le atrae.

Ganaron, pero se quedaron con una duda: ¿qué habría fallado el tribunal si el caso fuese real?