Nací en la avenida de Navarra, pero a los pocos años mis padres, Jesús e Isidra, me llevaron con mis hermanos Suso, Juan y Mari a vivir a las viviendas del Grupo de Pescadores, conocidas como de Os Mariñeiros, ya que les concedieron un piso. Estuve estudiando unos años en el colegio del barrio y luego en el de doña Teresita, en la calle San Andrés, hasta que a los catorce años me puse a trabajar para ayudar en casa.

Empecé en la fontanería de Roade, en la calle Capitán Juan Varela, donde aprendí el oficio y estuve allí hasta que en los años setenta entré en Emesa, donde desarrollé el resto de mi vida laboral e hice grandes amigos, al tiempo que formé parte de su equipo de fútbol, que contó con grandes jugadores. Me casé con Teresa y tenemos una hija llamada Morelva, quien nos dio dos nietas, Alejandra y Daniela.

Mis amigos de la infancia fueron todos del barrio, con los que formé una pandilla en la que estaban Jorge, Alfredo, Lis Ferreol, Vilaboa, Merino, Alberto, Carlos el churro, Manolito el bajillo, Jesusín el matacabras, Lolo, Carlos Chona e Ínsua el Rasputín. Como donde vivíamos estaba rodeado de monte, podíamos ir sin problemas hasta A Silva y O Ventorrillo, así como a O Portiño, el monte de San Pedro y al monte Rancheiro, al que iban los militares a hacer prácticas de tiro, por lo que íbamos allí a a buscar casquillos de bala para venderlos y conseguir dinero para ir al cine.

Los cines a los que más íbamos eran los Finisterre, Rex, España, Doré, en los que vi con mis amigos aquellas películas de piratas y vaqueros que luego intentábamos imitar en nuestros juegos por los campos y montes de los alrededores, donde también aprovechábamos para coger fruta y maíz.

En verano íbamos a las playas de Riazor y O Portiño, donde solíamos coger marisco para comerlo allí mismo, aunque también fui muchas veces a Santa Cruz en el viejo autocar de la empresa A Nosa Terra, que tenía asientos de madera en el techo.

Durante muchos años tuvimos nuestro punto de reunión en la librería del señor Francisco, donde estaba el único futbolín del barrio, por lo que el pobre hombre tuvo que aguantarnos hasta que se estropeó y cambiamos de zona. Fue entonces cuando empezamos a ir a las fiestas de todos los barrios de la ciudad, donde éramos muy conocidos, sobre todo en las de A Grela y Meicende, de donde muchas veces tuvimos que salir corriendo por bailar con chicas de esos barrios y que se enfadaran los chavales de allí. En la ciudad los bailes que más nos gustaban eran el Nicar, el Sallyv y la discoteca Cassely, además de El Seijal en San Pedro de Nós.

Empecé a jugar al fútbol en el equipo del barrio, el Batallador, en el que estuve ocho años y formé parte del conjunto que fue campeón de Galicia de segunda división de juveniles. Después jugué en los modestos del Orzán, del que me tuve que retirar a causa de una lesión de rodilla, aunque también con ese club llegué a ser campeón de segunda división.

Cuando ya estaba trabajando en Emesa, creé con un grupo de amigos de la pandilla la peña de fútbol, chave y mus de Os Mariñeiros, para la que conseguimos un local y un pequeño campo con ayuda del Ayuntamiento. En la actualidad, 33 años más tarde, seguimos con esta peña, de la que fui presidente y con la que hemos sido campeones de numerosos trofeos de chave y de mus.