"El gran reto de este segundo año serán las políticas de movilidad". Así se pronunciaba el alcalde, Xulio Ferreiro, en junio del pasado año, pocas semanas después de haberse aprobado los primeros presupuestos municipales de la era Marea Atlántica. Pero las palabras han dado lugar a pocos hechos en esta materia, al menos en lo que se refiere a hechos palpables para los vecinos.

Casi dos años después de aterrizar en el Gobierno local, no se han visto los prometidos carriles bus que Carlos Negreira había borrado del mapa y poco o nada se sabe de la famosa reordenación de la red de autobuses urbanos. La demora de este último proyecto había sido achacada por el edil del área, Daniel Díaz Grandío, a la imposibilidad de realizar las asesorías técnicas necesarias, bien por la ausencia de presupuesto o por los recortes que en estas partidas habían introducido los partidos de la oposición con sus enmiendas.

La intención de la Marea era poner en marcha esta modificación cuanto antes. Teniendo en cuenta que con ella se pretende revolucionar la red de transporte urbano con el que los coruñeses han convivido durante varias décadas, el Gobierno local pretendía dejar un margen prudente de tiempo entre la implantación de las nuevas rutas y las próximas elecciones de mayo de 2019 con el fin de asentar la idea de que el nuevo sistema es más eficiente que el anterior.

Otros cambios prometidos ya para finales de 2016 todavía siguen en el cajón. Nada de sabe de la peatonalización del Cantón grande que se había propuesto ensayar solo los domingos, cuando el tráfico es escaso, o de la instalación de unas "chinchetas" metálicas delimitadoras de los espacios de terrazas en los locales de hostelería del centro, que el concejal había asegurado que estarían para la noche de fin de año de 2016.

También dieron de sí las cámaras de la Marina. El pasado mes de marzo por fin comenzaron a funcionar después de un casi año con la circulación restringida en la superficie de la Marina y con un retén policial presente para prohibir el paso a particulares sin licencia. Las cámaras estuvieron instaladas pero en off por "problemas técnicos" durante meses.

El otro de los grandes frentes con los que ha tenido que lidiar Díaz Grandío ha sido la negociación con la Xunta para diseñar un nuevo plan de transporte metropolitano, para el que ya hay un principio de acuerdo sobre las paradas y rutas de acceso. El Concello, sin embargo, no ha iniciado las obras en las paradas para implantar los cambios ni ha concedido a la Xunta licencia para las suyas. El motivo: el Concello exige como condición la creación de una Comisión de Seguimiento, con competencias claras, que revise los problemas que puedan surgir. Dicha Comisión no se ha creado de momento.