Con un claro vencedor en las primarias, una lista de integración para el congreso federal que ratificará al candidato electo y la evidencia de que los militantes del PSOE desean un cambio profundo en el modelo de partido, ha llegado la hora de que los socialistas coruñeses afrontemos el presente y el futuro de nuestro partido en la ciudad. No es una tarea fácil en un partido que ha estado huérfano de liderazgo y, por tanto, de estrategia política, en los últimos tiempos.

La lista de integración, con representación proporcional de las candidaturas que se presentaron en las elecciones primarias, ha supuesto un primer paso de lo que, en mi opinión, debe ser el trabajo a realizar por la militancia en el ámbito local.

Un trabajo que, con el diálogo como herramienta fundamental, restablezca la cohesión interna del socialismo coruñés y de su representación en las instituciones. Elijo de forma consciente la palabra "cohesión" porque nunca he sido muy partidaria de los llamamientos a la unidad a toda costa. Llamamientos en los que siempre se ha apelado a la responsabilidad como si discrepar en el seno de un partido político no fuera responsable o, incluso, deseable, premiando y potenciando esos silencios disfrazados de prudencia y que, en tantas ocasiones, sólo eran sinónimo de falta absoluta de criterio propio y/o de dificultad para verbalizar el ajeno.

Cualquier organización tiene, y debe acoger, diferentes sensibilidades en su seno, diferencias de criterio que enriquezcan el debate interno y sirvan para mejorar nuestras propuestas a la sociedad. Y demasiadas veces se han ignorado esas voces que planteaban alternativas. Quiero pensar que eso es pasado y que en estos momentos, con la hoja de ruta clara que supone la victoria de Pedro Sánchez y el claro respaldo que recibió en A Coruña, no hay duda del camino que debemos tomar en la propia organización y en las instituciones.

Sin duda, al diálogo interno debe sumarse el diálogo con las demás formaciones de izquierda con el objetivo de poner en marcha las propuestas progresistas que nos demanda no sólo nuestra militancia, sino una mayoría de ciudadanos que han seguido con expectación, y me atrevo a decir que con esperanza, el desenlace de las primarias socialistas. Los últimos escándalos de corrupción -que han llegado al surrealismo con la reciente dimisión del fiscal Moix-, la incapacidad del PP para luchar contra la desigualdad y el deterioro imparable de las instituciones exigen una respuesta contundente y que ofrezca alternativas serias, más allá del brindis al sol que pueda suponer una moción de censura diseñada de cara a la galería.

Pero además de diálogo, la nueva situación del PSOE exige generosidad y lealtad. Tanto por parte de quienes defendimos la candidatura de Sánchez y la renovación de un modelo de partido como por parte de quienes se decantaron por otras candidaturas. Generosidad y lealtad para restañar las heridas, construir puentes y trabajar por el nuevo proyecto. Y también para dar un paso atrás -como ya han hecho algunos compañeros en Madrid- si ello es lo mejor para los intereses del socialismo coruñés y de la ciudadanía. Será la única forma de recomponer el partido, comenzar a poner en marcha propuestas útiles para la sociedad en colaboración con otras fuerzas políticas de izquierdas y ganar la credibilidad perdida, a veces tan merecidamente, entre nuestros votantes. Ello, no obstante, no sólo será responsabilidad del PSOE. Ya se verá.