"La ciudad estaba en plena expansión, era un momento clave de lo que hoy entendemos como A Coruña", explica Xosé Antón Fraga sobre la época en la que Alexander von Humboldt estuvo en la ciudad para salir con rumbo a América e iniciar el viaje de cinco años que le proporcionaría fama universal por sus descubrimientos científicos. El director del Instituto José Cornide de Estudios Coruñeses, que ha intervenido hoy en el Paraninfo de la Universidad en la primera actividad del Foro Humboldt Coruña, destaca que la ausencia de periódicos coruñeses en 1799 impide recurrir a ese tipo de fuentes para documentar la estancia de diez días de este científico en la ciudad, por lo que solo pueden utilizarse las notas que incluyó en su diario.

En aquel año, España se hallaba en guerra con Inglaterra, que bloqueaba el puerto de Cádiz, el único junto con A Coruña desde el que se podía embarcar hacia América. Eso obligó a Humboldt a venir aquí, donde se topó con que también este puerto se hallaba cercado por los ingleses y tuvo que esperar diez días entre mayo y junio a que se levantara ese bloqueo. Fraga cita los Correos Marítimos, situados donde luego se levantó la Fábrica de Tabacos y que generaban gran tráfico de mercancías y pasajeros, y el Consulado Marítimo Terrestre, que se encargaba de las cuestiones de navegación y comerciales, como dos de las instituciones que marcaban la vida coruñesa en aquel tiempo, en el que considera que la ciudad "dio un salto cualitativo" y en el que su población era probablemente de casi 15.000 habitantes.

La espera de diez días para zarpar desesperó a Humboldt, que sabía de la importancia de salir cuanto antes por las especiales circunstancias de su viaje, para el que había recibido un permiso excepcional, "Era insólito por las facilidades que le dieron pese a ser extranjero, masón y liberal, ya que cuando quiso ir a la India años después, los ingleses no le dejaron", comenta Fraga, quien añade que al saber que su autorización dependía de la coyuntura política, quería marchar cuanto antes. Estos condicionantes le llevaron incluso a ser precavido a la hora de hacer comentarios en su diario, en el que las referencias negativas a la Corona española aparecen en griego, idioma que pensaba debían desconocer las autoridades del país.

Durante su estancia en A Coruña, acompañado por el botánico Aimé Bonpland, se alojó en la Fonda de Oro, cuyo emplazamiento se desconoce y en la que no llegó a pagar la cuenta, ya que con las prisas del embarque el posadero se olvidó de cobrarle, lo que después reflejó con agrado en su diario, a pesar de que era un hombre de fortuna. En los días que estuvo en la ciudad, visitó las playas, donde recogió moluscos y algas, así como la Torre de Hércules, que acababa de ser restaurada y de la que le llamó la atención que hubiera sido construida por los romanos.

En A Coruña Humboldt terminó y revisó las 43 cartas que escribió en su viaje desde Madrid, durante el que efectuó mediciones con el enorme cargamento de instrumentos científicos que habría de llevarse a América. Eso le permitió descubrir la existencia de una meseta en el centro de España, lo que hasta entonces se desconocía. También redactó uno de los habituales testamentos de las personalidades científicas de la época, en el que dejó constancia de sus logros, para lo que hizo una descripción de la superficie de Europa y la que preveía de América.

Con vistas a facilitar su viaje americano, trabó relación con personalidades como el director de los Correos Marítimos, Rafael Clavijo, y Francisco Roldán, subordinado suyo y sobrino del virrey de Perú, que le interesaba mucho para establecer contactos en el Nuevo Mundo. Aprovechó también para visitar Ferrol, en aquel momento el mayor centro científico e industrial del norte de España, cuya posición geográfica fijó además desde A Coruña.

Es probable que aquí se reuniese con miembros del Consulado, del que formaban parte las personas que impulsaban el desarrollo de la ciudad, como el padre de Ramón de la Sagra, aunque no hay constancia de ese hecho. "Fue un adelantado en tener un gabinete de promoción o de prensa, que fue él mismo", señala Xosé Antón Fraga, para quien Humboldt "en todo momento piensa cómo trasladar lo que piensa a la opinión pública del momento". Incluso alardeó en su diario de, una vez que zarpó del puerto, ser el único miembro de la tripulación que no se mareó por el fuerte oleaje que estuvo a punto de estrellar el barco contra el castillo de San Amaro y que hizo que tardara cuatro horas y media en superar la altura de la Torre de Hércules.