La conversión de las calles situadas entre las de San Andrés y Orzán en una nueva zona de copas y botellón suscita las quejas de los residentes, que se han quejado sin éxito al Concello y la Policía Local del ruido y las molestias que padecen de madrugada. El hecho de que estas calles figuren adscritas a la Zona de Especial Protección de Santa Catalina no impide que las noches sean convulsas en esta parte de la ciudad, ya que, según los testimonios de los vecinos, los gritos, las concentraciones de jóvenes y el consumo de alcohol en la calle son constantes durante los fines de semana.

En la travesía de la Cormelana, la reciente apertura de varios establecimientos de hostelería de reducido tamaño se traduce en que muchos de sus clientes salen a la calle generan un ruido que molesta a los residentes en los edificios. Los afectados no consiguen que la Policía Local intervenga contra las concentraciones de personas en la vía pública, ya que les informan de que los bares disponen de licencia, aunque a solo unos metros, en la plaza de la Cormelana, existe un cartel que indica que es una Zona de Especial Protección.

Los residentes advierten de que el permiso municipal para algunos de estos locales es del de cafetería, aunque en la práctica operan como pubs, ya que prácticamente solo abren de noche. "La gente está a grito pelado en la calle hasta que cierran a las tres y media de la madrugada", explica una de las perjudicadas, quien recuerda que en las zonas de especial protección se prohíben las concentraciones de personas entre las 22.00 y las 08.00 horas.

Medición

Esta vecina consiguió que el pasado sábado la Policía Local de A Coruña hiciese medición de ruido en su vivienda, cuyo resultado fue de 55 decibelios en el interior, cuando el máximo es 25 para los dormitorios y de 30 para otras estancias, mientras que en el exterior se registraron 77 decibelios, según aparece en el documento policial.

En la plaza de la Cormelana los vecinos aseguran que allí se realiza botellón durante los fines de semana, que temen que se incremente el próximo verano. "El ruido es terrible", señala una de las vecinas, que ha solicitado una medición al Ayuntamiento porque a pesar de que en el interior de las viviendas el nivel sonoro no puede pasar de 30 decibelios, residentes en el mismo edificio pero con ventanas a la calle del Orzán pueden oír los gritos sin problemas.

Tan solo a unos metros de distancia, en las calles Mariñas y Vista, los vecinos han protestado con insistencia ante la Policía Local y el Concello por la realización de botellón durante los fines de semana. "Es un auténtico horror, ya no sabemos a quién recurrir", explica una vecina, quien asegura que algunos de los jóvenes aporrean las puertas de los edificios, orinan y vomitan sobre ellas e incluso han entrado en un portal y subido hasta la entrada de una vivienda.

La plaza de José Sellier es otro de los lugares tomados por los practicantes del botellón cuando cierran los establecimientos del lugar. "Desde el jueves y hasta el domingo no dormimos", señala esta residente, quien esta situación se produce a tan solo unos metros de una calle tan céntrica como San Andrés. "Una amiga llamó a la policía y le dijeron que si no había una pelea que no iban", comenta sobre la situación que padecen los vecinos, que temen que se reproduzcan los incidentes que en su día ocurrieron en la plaza de Santa Catalina y la plaza del Humor hasta que el Ayuntamiento las declaró Zonas de Especial Protección.