El alcalde, Xulio Ferreiro, y la conselleira de Infraestruturas, Ethel Vázquez, han encontrado un punto de partida para retomar relaciones. De ambas administraciones dependen proyectos clave, principalmente la estación intermodal, que tiene una tercera pata, el órgano estatal de Infraestruturas Ferroviarias (Adif). Al poner en común sus respectivos planes, el Concello ha detectado problemas de encaje en algunos aspectos de los proyectos, cuestiones en las que Adif le ha dado la razón. Entre ellos, el Concello apuesta por desplazar unos metros la terminal de autobuses e integrarla, incluso visualmente, en la ferroviaria, lo que obliga a modificar el proyecto de la Xunta. Uno, para que la intermodal tenga más unidad y no parezcan edificios independientes, y dos, para solucionar algunos de los problemas de intercomunicación entre los diferentes modos de transporte al no estar del todo coordinados los proyectos.

A cada administración le corresponde una parte de la nueva terminal de San Cristóbal, que unirá el transporte público por carretera (urbano, interurbano, autonómico y estatal) y el tren (convencional y alta velocidad), y que obligará a reordenar la zona para convertirlo en un foco social que revitalice los barrios a sus márgenes. El bus depende de la Xunta, que ha diseñado una estación a la altura de A Sardiñeira, y el tren de Adif. Al Concello le corresponde el aparcamiento y la integración urbana de la nueva terminal (accesos, urbanización, espacios libres). Adif y la Xunta estudiarán las propuestas municipales, aunque el Gobierno gallego ha criticado que se propongan cambios ahora cuando la licitación fue en agosto de 2016 y le obligan a empezar "de cero" y acumular más retrasos. El Concello ha respondido que se hubiera podido adelantar tiempo si se hubiese facilitado las información solicitada con tiempo, ya que no se intercambió hasta una reunión a tres bandas en febrero.

En el proyecto inicial, el que ganó César Portela en 2011, la terminal de autobuses se organizaba en el interior opaco de un zócalo urbano del barrio de A Sardiñeira, que funcionaba como otro más de los cuerpos edificados que acompañaban los límites de la marquesina ferroviaria, según describe el Concello en sus apreciaciones a Xunta y a Adif. "El proyecto presentado para la terminal de autobuses es ahora un edificio independiente, con una organización que nada tiene que ver con la disposición de las restantes partes del complejo intermodal", señala el Concello, para quien la estación propuesta por la Xunta solo atiende a la "funcionalidad" de la circulación pero no propicia una "mejora significativa en la calidad de la estancia de la avenida de A Sardiñeira" y "únicamente sirve de barrera a las vistas sobre la playa de vías".

El Concello demanda que el pabellón de servicios de la estación (donde se ubica la recepción al viajero, taquillas?), adopte la misma configuración que la cubierta del ferrocarril, como una "hermana pequeña" de la ferroviaria, una marquesina "de un mínimo de generosidad en su altura" en lugar de un edificio cerrado más similar al que existe en la actual terminal. "El concurrido espacio de espera, habitualmente sucio, ruidoso y subterráneo, puede y debe alcanzar la categoría de espacio público", argumenta el Concello. En lugar de buscar una humanización en "franjas ajardinadas y plataforma residuales", el Gobierno municipal cree que se debe hacer el esfuerzo en las propias dársenas.

Consideran los responsables municipales que es mejor arrimar esta terminal de autobuses a la conocida como "grapa", un pasadizo peatonal con esa forma que funcionará como la gran comunicación ciudadana diseñada por Portela. Conecta la avenida de A Sardiñeira para desembarcar en la avenida del Ferrocarril. La estación de buses se situaría así en línea con el pabellón del ferrocarril y, además de "resultar ventajoso que su aspecto resulte semejante e identificable con el pabellón de embarque ferroviario", la disposición de los servicios facilitaría la comunicación vertical y se resolvería la comunicación entre dársenas, que ahora mismo ven de difícil encaje tanto Adif como el Ayuntamiento.

El Concello argumenta también que, cuando se concrete la entrada de los autobuses interurbanos en la ciudad, la intermodal recibirá menos rutas comarcales de las previstas, lo que permite modificar sus ideas iniciales. Por un lado, concentraría las paradas de buses urbanos frente a la explanada de la terminal histórica y, por otro, situaría los interurbanos dentro de la terminal, con las líneas autonómicas y estatales. La petición inicial que le realizó a la Xunta era que los buses urbanos e interurbanos parasen en A Sardiñeira.

Por lo tanto, en vertical y desde el nivel de la estación de ferrocarril hacia la avenida de A Sardiñeira, la disposición a diferentes cotas de la intermodal que sugiere el Concello para solucionar los problemas de encaje de todas las partes del proyecto es la siguiente. Primero, el paso longitudinal de tráfico con la altura necesaria para los servicios de Adif y Correos (actualmente Adif ve imposible que puedan pasar tal y como está el proyecto). Un nivel más arriba, el aparcamiento de turismos y la intermodalidad entre medios de transporte rodado (coches de parking-buses). Uno más, la dársena para los autocares metropolitanos, autonómicos y estatales y otro más, el "pasaje urbano entre la avenida de A Sardiñeira y el polígono de Elviña". El penúltimo, a nivel de A Sardiñeira, el pabellón de servicios al viajero abierto y las oficinas de la estación, además de una plaza de acceso. Finalmente, el conjunto estaría coronado por una marquesina de cubierta," a la misma cota que la cubierta de los andenes ferroviarios".