Si hay una obra que define el mandato del alcalde Francisco Vázquez, esa es el paseo marítimo. Con esta actuación proyectó transformar la mayor parte del litoral de la ciudad para que abandonase la condición de patio trasero que había tenido hasta ese momento y se convirtiese en una parte más del casco urbano que aprovechase el atractivo que supone la contemplación del mar.

El próximo 14 de julio se cumplirán 25 años de la inauguración de lo que fue el primer tramo del paseo, el que discurre a lo largo de las playas de Riazor y Orzán, un acto que fue diseñado con el ánimo de marcase un hito histórico y en el que hasta las condiciones atmosféricas se aliaron con el Ayuntamiento, ya que fue un magnífico día de verano. Vázquez había animado a los ciudadanos mediante un bando a participar en el acontecimiento y programó una actuación musical para esa noche, al tiempo que prohibió la circulación por el paseo mientras se desarrollaba el acto.

Cuando el entonces ministro de Obras Públicas y Urbanismo, Josep Borrell, llegó al lugar, se encontró con un paseo atestado de público y unas playas abarrotadas para disfrutar de un día de verano excepcional, lo que le llevó a comparar la ensenada del Orzán con la Copacabana carioca. El éxito de aquella operación animó a Vázquez y al Gobierno central a proseguir la remodelación del litoral en los años siguientes, aunque el trazado actual del paseo marítimo no se completó hasta 2011 con la apertura del tramo entre O Portiño y la cala de Bens.

El antecedente de la construcción de un recorrido a lo largo de la costa del municipio se encuentra en el proyecto que elaboró en 1945 el urbanista César Cort dentro de su plan para reordenar la ciudad. La iniciativa no se llevó a cabo porque implicaba el derribo de numerosas viviendas y medidas drásticas que las autoridades coruñesas de la época no se atrevieron a poner en marcha.

Esto hizo que a lo largo de la costa permaneciesen durante muchos años instalaciones industriales y de servicios como las cocheras de la Compañía de Tranvías, el antiguo parque de bomberos, la fábrica de muebles Cervigón, el matadero municipal o el secadero de pieles, que poco a poco fueron sustituidos por edificaciones residenciales. El vial que recorría el litoral en la zona de Riazor y el Orzán se caracterizaba por su estrechez y su proximidad al mar, del que estaba separado solo por la escollera, a cuyo pie llegaban las olas con la marea alta.

La acción del oleaje y la extracción de arena habían dejado estas dos playas muy mermadas, hasta el punto de que en el Orzán existía un desnivel de bastantes metros con relación a la calzada, que se reducía de forma progresiva hacia el final de Riazor. La Demarcación de Costas del Estado inició en el año 1988 el vertido de áridos en ambas playas con el fin de recuperar la superficie que habían tenido en el pasado y en mayo de 1989 concluyó los trabajos tras haber depositado 500.000 metros cúbicos de caolín.

Dos meses después, el 24 de julio, el ministro de Obras Públicas, Javier Sáenz de Cosculluela, presentaba en el Ayuntamiento la maqueta de lo que sería el primer tramo del paseo marítimo, del que dijo que se convertiría en una "fachada sencillamente sensacional", con una longitud de 1.600 metros. El proyecto se financió mediante un convenio entre el ministerio y el Ayuntamiento que preveía efectuar una inversión de 1.332 millones de pesetas, aunque finalmente fue de 1.028 millones.

Cosculluela fue quien puso la primera piedra del paseo el 10 de septiembre de 1990. Las obras comenzaron con la construcción del nuevo muro que protegería al paseo, que se levantó dentro de lo que entonces eran arenales aprovechando su reciente ampliación. Eso permitió ensanchar de manera sustancial el espacio disponible para peatones y vehículos en las avenidas Barrié de la Maza y Buenos Aires, donde de una acera de 80 centímetros se pasó a una de 11 metros y de solo dos carriles para la circulación a cinco en su zona más ancha.

En febrero de 1991 se produjo uno de los hechos más polémicos del proyecto, ya que la empresa que ejecutaba las obras, Ginés y Navarro, propuso aprovechar la excavación que se realizaba a lo largo de la costa para construir al mismo tiempo un aparcamiento subterráneo. La iniciativa hizo surgir las sospechas de que ese propósito existiese desde un primer momento, ya que la compañía tenía entre sus especialidades la construcción de aparcamientos. Seis meses más tarde, de los cuales tres las obras habían sido paralizadas para permitir el uso de la playa en verano, el Ayuntamiento aprobó el proyecto del parking, que se extendería a lo largo de la ensenada y que en noviembre fue adjudicado a Ginés y Navarro, lo que volvió a despertar las suspicacias sobre la operación.

Otro de los motivos de controversia del paseo fue el mobiliario elegido para equiparlo. Todos sus elementos fueron diseñados en exclusiva para el lugar y fueron bautizados como "modelo La Coruña", aunque su estética no convenció a todos. Las farolas, la balaustrada, los bancos y el pavimento fueron objeto de debate ciudadano, que se incrementaría posteriormente con la incorporación de las farolas que también sirvieron de soporte a la catenaria del tranvía turístico.

El paso del tiempo permitió comprobar que en los tramos donde el mar bate con más fuerza la balaustrada se convertía en un elemento peligroso para las personas, lo que hizo que fuera sustituida por una de tipo metálico entre las Esclavas y la Coraza.

Tras la finalización del primer tramo del paseo, Vázquez no perdió el tiempo. En noviembre del mismo 1992, solo tres meses después de la apertura de Riazor-Orzán, Ayuntamiento y Ministerio de Obras Públicas acordaban poner en marcha el proyecto para unir la playa del Matadero con el dique de abrigo mediante lo que se conoce como tramo de Orillamar, que incluyó la remodelación del entorno de la Torre de Hércules. La actuación fue presupuestada en 7.500 millones de pesetas, de los que solo 3.800 millones fueron para las obras, ya que el resto se destinó a expropiaciones tanto en el recorrido del paseo como en la zona de la Torre.

Los trabajos comenzaron en diciembre de 1993 y concluyeron en febrero de 1996, aunque en mayo del año anterior ya se había abierto un pequeño tramo entre las Esclavas y San Roque de Afuera que prolongaba el paseo desde Riazor. Esa fue la dirección hacia la que creció el recorrido litoral en los años siguientes, ya que en 1999 se alcanzaba el barrio de Os Rosales tras superar el paso por el Millennium y en 2004 se llegaba hasta O Portiño, con un diseño del paseo ya diferente.

Más radical fue el modelo empleado para prolongar el paseo hasta la cala de Bens, donde se llegó en 2011, ya que el borde costero apenas fue modificado y para el trazado se emplearon en su mayor parte las sendas peatonales existentes que utilizaban los pescadores para recorrer el litoral.