Menos horas de sueño, más tiempo invertido en las redes sociales y una serie de normas por parte de los padres para controlar el uso del móvil. Ese es el panorama de los jóvenes según las conclusiones del programa enREDadosde la Fundación María José Jove y la Asociación Participa.

Esta iniciativa nació en octubre con el objetivo de formar a jóvenes de entre 13 y 16 años, padres y profesores sobre el buen uso y buen trato de las redes sociales, que crecen de una manera asombrosa. Entre las favoritas de los usuarios, Instagram domina las listas aunque WhatsApp es la más utilizada. Compartir fotografías o vídeos es ya una forma de vida para muchos. Según el estudio, basado en 500 cuestionarios, el 70% reconoce que no pide nunca permiso para compartir una imagen de otra persona. Además, casi el 60% de los encuestados se ha visto envuelto en una discusión o amenaza por las redes sociales. Pero no le parece relevante. Ahí es donde se puede observar el cambio que ha generado internet. Los adolescentes han normalizado acciones y comportamientos que no se deberían pasar por alto ya que pueden llegar a desarrollar síntomas de tecnoadicción, acoso o maltrato. En resumen, ciberbullying. Las normas y pautas de padres y tutores son, por tanto, fundamentales para evitar estas actuaciones. El móvil domina el día a día de los jóvenes. El 75% confiesa que revisa sus aplicaciones nada más levantarse y, para la mayoría, la peor sanción es que le prohiban utilizarlo. Se sienten desactualizados. Mientras pasean, comen o están con sus amigos o familiares, necesitan comprobar que no hay novedades. Y por la noche, igual. Más de la mitad de los encuestados admite que sus horas de sueño se han reducido desde que están conectados a las redes sociales. Además, no conciben salir de casa sin el móvil en la mano.

Según los datos, no son conscientes de la cantidad de tiempo que pasan conectados. Solo se asombran cuando ven las cifras acumuladas: tres horas al día y seis los fines de semana o festivos.

El estudio enREDados, que forma parte de la sexta edición del programa Acción Juvenil Actúa, no solo se centra en los jóvenes y el buen uso de las nuevas tecnologías sino que también quiso darle protagonismo a las familias y profesores de estos adolescentes.

En cuanto a ese control por parte de los tutores, un 65% de los encuestados declara sentirse controlado respecto al uso del móvil. En algunas familias, se han pactado una serie de normas para evitar que se dejen de hacer otras actividades para centrarse en el mundo digital. Las horas de conexión están limitadas y en algunas casas se obliga a apagar el terminal cuando llegue la noche. Más de la mitad de los jóvenes que se sometieron al estudio son conscientes de que sus padres les revisan los dispositivos, mensaje y fotografías que mandan así como las páginas web que visitan. Un comportamiento que aceptan.

Según enREDados, la presencia constante en los medios de comunicación de información sobre ciberbullying, acoso y tecnoadicción ha encendido la alarma en algunos hogares. Por este motivo, las normas se refuerzan y en la mayoría de los casos es una cuestión de protección por parte de los progenitores, que desean saber con quién y qué hablan sus hijos día tras día y también la información a la que acceden ya que el móvil se ha convertido en una herramienta de la que los jóvenes no quieren prescindir.