La conducción en un casco urbano saturado de tráfico y en la que los motivos de distracción para los automovilistas son múltiples tiene consecuencias sobre la seguridad vial, ya que la falta de atención es la principal causa de los accidentes de circulación en A Coruña, según los datos que reflejan las estadísticas que recoge anualmente la Policía Local.

Año tras año, estos despistes se convierten en el motivo más frecuente por el que se originan los siniestros, a pesar de las oscilaciones que muestran las cifras en cada uno de los ejercicios. En 2016 la falta de atención fue la causa de 253 accidentes, aunque el año anterior llegó a los 352 y el precedente a los 364, la cifra más alta del último sexenio.

Si la elevada intensidad de tráfico hace ya difícil circular por la ciudad, el uso de aparatos de sonido o de teléfonos móviles mientras se conduce genera numerosas distracciones que a menudo derivan en accidentes, según se encarga de advertir la Dirección General de Tráfico, que lleva a cabo frecuentes campañas de sensibilización, e incluso de control y sanción, sobre esta práctica. Los datos de la Policía Local no detallan cuáles son las causas de la falta de atención que originan los accidentes, aunque deben ser sobre las que continuamente alertan las autoridades.

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El segundo factor en importancia como causa de los siniestros en la ciudad es la desobediencia de las señales de tráfico, aunque ya bastante distanciado del anterior. En este apartado deben figurar las infracciones referidas a la velocidad, que son el origen de numerosos accidentes, así como aquellas situaciones en las que se producen cambios de carril o giros prohibidos. Durante el año pasado fueron 148 los casos en los que estas conductas derivaron en accidentes, muy por debajo de los 228 contabilizados en 2015, cuando se alcanzó la cifra más alta de los últimos seis años.

A continuación se sitúa la falta de precaución al realizar maniobras, conducta que en 2016 provocó 136 accidentes, aunque lejos de los 226 que se registraron en 2014, año del último sexenio en que se contabilizó el mayor número. Las incesantes campañas públicas sobre el peligro que supone conducir bajo los efectos del alcohol, los habituales controles que se realizan a diario y las cuantiosas sanciones que se imponen a los infractores no consiguen reducir la cifra de accidentes en los que interviene la ingesta de bebidas alcohólicas como una de sus causas. Pese a que en 2015 los 91 siniestros contabilizados por este motivo fueron la cifra más baja del sexenio, al año siguiente se disparó hasta los 136, la más elevada del periodo.

El fenómeno inverso se produjo con la última de las causas más frecuentes de accidentes, la invasión de la calzada o de un carril, ya que después de dos años con las cifras más altas en los últimos seis, en 2016 se produjo un descenso notable al reducirse hasta los 81 casos, aunque habrá que esperar a los próximos años para confirmar que esta reducción se corresponde con un mayor respeto de la normativa por parte de los conductores.

Otra de las estadísticas que menciona la Policía Local en sus balances sobre la actividad referida al tráfico es la tipología de los accidentes. Las colisiones son la modalidad más habitual de siniestro de tráfico, ya que en esta categoría se incluyen otras nueve clases, de las que la más común es la que se produce contra un obstáculo fijo, entre los que se incluyen vehículos estacionados o accidentados. El año pasado fueron 152 los accidentes de este tipo, pero dos años antes se había llegado a 215.

El denominado "raspado", el roce entre dos vehículos, que en la mayoría de los casos se salda sin heridos o, como mucho, con el llamado "latigazo cervical" producido por un frenazo. El año pasado fueron 140 los siniestros de este tipo, que alcanzaron los 202 en 2014. Las "embestidas", el choque de un vehículo contra otro, es la tercera de las colisiones más frecuentes, con 98 casos el año pasado, aunque llegaron a situarse en 126 en 2013.

El alcance, la colisión por la parte trasera de un vehículo, es la cuarta clase más habitual de colisión, que en ocasiones se produce de forma múltiple en las vías con una elevada intensidad de tráfico. Esta última variedad ocurrió 12 veces el año pasado, mientras que el anterior fueron 17. Con mucha menor frecuencia se contabilizan las colisiones por salida de la calzada, por una caída, con vuelco o en la que intervengan dos o más modalidades de choque.

Los atropellos son quizás el tipo de accidente que genera una mayor alarma entre la ciudadanía, debido a la gravedad de las lesiones que sufren las personas que lo sufren. En 2016 fueron 142 los contabilizados en la ciudad, tres más que el año anterior, aunque lejos de los 167 que se registraron en 2014.

En estos siniestros no solo influye la conducta de quien se halla a los mandos del vehículo, sino también la del peatón, puesto que un vistazo a la edad de las víctimas permite comprobar que la mayoría de ellas son personas que superan los 55 años. Los mayores de 85, a pesar de que suponen una parte reducida de la población, aparecen todos los años en la estadística de la Policía Local sobre heridos en atropellos, con 7 víctimas en 2016.

Al tratarse de una de las calles más largas del municipio y con un tráfico más intenso, la ronda de Outeiro figura siempre como la vía en la que se contabilizan más accidentes cada año, que llegaron a 75 en 2016, aunque el año anterior habían sido 83. El hecho de que a lo largo de su trazado se encuentren varios cruces muy transitados como la rotonda del pavo real, el de la avenida de Finisterre, la plaza de San Cristóbal, la calle Pérez Ardá y la avenida del Ejército, favorece la concentración de siniestros en esta avenida.

En segundo lugar en la clasificación se encuentra la avenida de Finisterre, en la que se registraron 35 accidentes el año pasado, también de considerable longitud, y cuyo mayor peligro se halla en el tramo que discurre en paralelo al polígono de A Grela, en el que son frecuentes los excesos de velocidad debido a la ausencia de semáforos e intersecciones. El tercer puesto lo ocupa la avenida de Alfonso Molina con 29 siniestros, una cifra baja en comparación con la de años anteriores, aunque es necesario aclarar que se refiere a los que se producen en la zona que compete a la Policía Local, que termina en el desvío a Pocomaco, desde donde la responsabilidad es de la Guardia Civil de Tráfico.

Esta delimitación hace que muchos de los accidentes que ocurren en esta vía no aparezcan en esa estadística, como los que se producen en la confluencia de la salida de la autopista con el acceso a Pocomaco y Matogrande a causa de los cambios de carril que efectúan los conductores. Otra calle de intenso tráfico, Juan Flórez, es la cuarta en número de siniestros, con 21 en 2016, seguida de cerca por ronda de Nelle y avenida de Arteixo.