Hacía ciclismo. Estaba federado, corría con el Club Ciclista Riazor y "disfrutaba bastante". Pero "la insuficiencia renal crónica no permitía ese esfuerzo, tenía mucho agotamiento" y tuvo que dejarlo, cuenta Carlos Iglesias, un vecino de O Burgo que hace seis años cambió su vida a consecuencia de un trasplante de riñón. Meses antes de la operación, cuando ya no podía con la bici y los médicos le recomendaban ejercicio moderado, una amiga le propuso una opción que hasta entonces ni había tenido en cuenta y que, años después, le ha llevado a participar con la selección española en los juegos mundiales para trasplantados: el golf.

"Cuando el estadio de la enfermedad avanzó y me llevó a la diálisis, los nefrólogos me insistían en que hiciera ejercicio moderado. Empecé a andar, pero se cansa uno, es muy aburrido. Una amiga me comentó que en A Coruña había un campo de golf, que yo no sabía ni que existía, y empecé en algo que yo consideraba un juego, no un deporte, y con más curiosidad que interés", relata. Con el tiempo, el golf le enganchó. "Poco a poco el deporte te va atrapando, empiezas a disfrutar, a pasártelo bien, y hoy ya forma una parte muy importante de mi vida", afirma el deportista, que ve en esta práctica ventajas como que se realiza al aire libre, no exige una gran condición física y permite relacionarse con más gente. Este año, Iglesias descubrió que existía la Asociación Deporte y Trasplante, que organizaba en Málaga, entre finales de junio y principios de este mes, los Word Transplant Games 2017, los juegos mundiales para trasplantados. Y entró en el equipo español, con el que participó en la modalidad de golf y en la carrera de cinco kilómetros.

"Quién me lo iba a decir... Cuando salí del hotel para la carrera, calentando por Málaga, el primer recuerdo que me vino fue al abrir los ojos después de la operación", cuenta Iglesias, quien guarda momentos "muy emotivos" de los juegos, como el encuentro con los donantes, que también competían. "Las emociones están muy a flor de piel y ves que la gente se quiere superar, la capacidad de superarse de una persona trasplantada. Hay trasplantados que son auténticos atletas, que van a ganar, con mucha motivación", cuenta.

A través del deporte que se han convertido en pasión, Iglesias realiza ahora iniciativas solidarias para dar visibilidad a las dificultades de este colectivo, que a su juicio carece de suficiente apoyo institucional. Por ejemplo, en los juegos de Málaga, muchos deportistas no pudieron ir, asegura, porque no podían costear el viaje. El equipo español fueron 77 participantes, mientras que "de Inglaterra o Estado Unidos" vinieron 250, afirma. Aún así, los españoles quedaron terceros, celebra. Entre las actividades que impulsa Iglesias, miembro de la directiva de la asociación Alcer, figura un torneo solidario en Miño, que fue este fin de semana.