- Según los estudios, el año pasado hubo 2.557 muertes en A Coruña y tan solo 1.826 nacimientos.

-Sí, pero ese declive en Galicia se está produciendo desde hace mucho. De hecho, desde hace tres o cuatros años se celebra un seminario sobre el declive demográfico en Galicia. Pero el dinero que se ha gastado en esas ponencias no ha dado pie a que se tomen las medidas que se proponen en esos estudios. ¿Por qué? No lo sé.

- ¿Se trata de un problema económico?

-No solo económico. No es que en los países que han recuperado la natalidad tengan unos sueldos más altos sino que el coste de tener un hijo ha bajado. De qué te vale que te den un sueldo de 1.000 euros si luego te tienes que gastar a lo mejor 600 euros en una casa sin ayudas y sin desgravaciones fiscales. Luego tienes que pagar una guardería porque tienes que ir a trabajar a la ocho de la mañana con un niño pequeño de menos de 6 meses. Ese tipo de cosas afecta a que los jóvenes tengan hijos mucho más tarde y las familias tengan un número de hijos menor que el deseado.

- Que los jóvenes no tengan hijos, ¿es, por tanto, una cuestión económica?

-Hay estudios, no solo en España, también realizados en Europa que confirman que los jóvenes menores de 44 años que no han tenido hijos, no lo han hecho no porque no quisieran sino por las circunstancias socioeconómicas en las que viven.

- ¿Una de esas circunstancias es el paro?

-Sí. Si comparas esos porcentajes con el nivel que tienen las mujeres de entre 29 y 34 años en varios países europeos y haces una relación con el nivel de paro en la edad de entrada al primer trabajo y las condiciones laborales que hay en esos países, claramente donde menos paro hay y donde hay más medidas de ayuda pública a la formación de hogares es donde se ha recuperado la fecundidad. Es decir, los jóvenes no tienen hijos porque no pueden, son demasiado caros.

- ¿Hay otros fenómenos causantes de este declive demográfico?

-Sí, por ejemplo, la distribución que hay con los municipios de alrededor. A medida que en A Coruña empiezan a subir los alquileres, la gente joven se va a sitios un poco más baratos y que están a 10 minutos de su trabajo.

- Además de los que deciden irse al extranjero en busca de oportunidades laborales.

-Eso afecta no solo a A Coruña sino a toda la región. Algunos de estos jóvenes de entre 29 y 34 años, que se acaban de capacitar y empiezan a salir al mercado de trabajo, se van porque aquí a lo mejor pueden conseguir un sueldo de 600 euros de camarero pero se han capacitado para otra cosa y quieren ver si lo pueden encontrar fuera. Se van. ¿Quiénes se van? Los que forman familias, los que empiezan a tener hijos. Otra cosa es que luego vuelvan con sus hijos. Y esperemos que cuando vuelvan, sus hijos encuentren unas condiciones con las que no se quieran volver a ir. De todos modos, este no es el problema más importante

- ¿A qué se refiere?

-Pues que si hay 1.000 jóvenes en A Coruña y, de esos, solo 65 tienen hijos; de todos los otros, los que se van, no son la mayor proporción. En esas edades, la tasa de migración es más alta que en el resto pero hay mucha gente que se queda y no puede tener hijos. El número de emigrantes jóvenes ha crecido pero en relación al tamaño de la población no es tan preeminente como lo dicen o como parece. El problema de que no haya nacimientos en la ciudad es un asunto político-social.

- ¿Qué inconvenientes puede encontrar una mujer que se quede embarazada en A Coruña?

-Es que si una mujer de 32 años se queda embaraza en A Coruña, ¿qué salidas tiene? Ninguna. Pues por eso trata de evitarlo. Si se queda embarazada, ¿qué hace? ¿Casarte como antes? Lo que quiere son facilidades. Que a partir de ese momento pueda pagar la casa, los gastos de alimentación y que tenga facilidades para luego dejar al niño en una guardería.

- ¿Cuál es la solución?

-Ayuda pública. No dando dinero a las familias por tener hijos, sino mejorando las condiciones sociales en las que una familia pueda mantener a uno o dos hijos. No es una cosa del año que viene, es a largo plazo. Hay que empezar a hacer políticas ahora para que dentro de 30 años la próxima generación se encuentre con otras condiciones. En Francia, por ejemplo, hay un índice de fecundidad de más de 1,8%. Ojalá tuviéramos nosotros algo parecido porque ya no habría esta gran caída que llevamos. Pero estamos con 1,09% y es un nivel muy bajo.

- Y la alta mortalidad, ¿cómo se afronta ese problema?

-Es que no es un problema. El proceso de envejecimiento hay que verlo como un logro, un éxito de nuestra sociedad. Cuanta más población, más riqueza. El proceso tiene unas etapas. Ahora las generaciones abultadas de la posguerra están en la cúpula y se muere más gente. Tendremos un déficit durante décadas, porque esto va a seguir pasando, pero no pasa nada porque después de ese bono demográfico bajarán proporcionalmente las defunciones. Lo que hace falta es que haya nacimientos.