Una espera de cinco años para que Pemex pusiera en marcha el proyecto que había anunciado en 2012 para el puerto exterior de A Coruña hacía que ya solo el presidente de la Autoridad Portuaria, Enrique Losada, creyera -al menos de forma pública- en la posibilidad de que la operación se llevara a cabo. La confirmación de que finalmente el grupo petrolero mexicano no se instalará en punta Langosteira convierte a Repsol por el momento en la esperanza de la consolidación de la nueva dársena.

La actividad que genera la refinería supone alrededor del 60% del tráfico del tráfico de los muelles coruñeses, por lo que su traslado al puerto exterior implicará un crecimiento espectacular del movimiento de mercancías en esas instalaciones. El acuerdo alcanzado por la Autoridad Portuaria y Repsol establecía que la compañía operaría en Langosteira en abril de 2018 con el 60% de su actual actividad en el puerto interior, aunque las dificultades para completar el proceso hacen que ya se admita una demora de varios meses.

Pero, además, ambas partes aún deben cerrar otro pacto sobre el traslado del resto de la actividad de la refinería en los muelles urbanos y también está pendiente de construcción el oleoducto que enlazará la dársena con el complejo industrial, imprescindible para que Langosteira pueda funcionar como terminal petrolera. Al margen de Repsol, otra empresa tiene intención de operar en el puerto exterior en este mismo sector, pero su proyecto todavía está en una fase inicial, ya que únicamente ha presentado una solicitud para ocupar 45.000 metros cuadrados.

Deep Water Oil Transhipment Hub, compañía de capital español, ha anunciado una inversión de 30 millones de euros en Langosteira para construir allí una terminal de almacenamiento y distribución de productos petrolíferos, pero su iniciativa aún debe concretarse. La prevención no se basa tan solo en el caso del fallido proyecto de Pemex, sino también en el del grupo chino Beijing 3E, que en 2012 solicitó terrenos para instalar una planta de reciclaje de aceites navales y desde entonces no ha vuelto a mostrar interés por Langosteira.

La dársena exterior recibió su primer buque en 2012 y desde entonces han pasado por su muelle 3,6 millones de toneladas, de las que 1,46 millones correspondieron a 2016. Hasta finales de abril, en punta Langosteira se manipularon 600.000 toneladas y la Autoridad Portuaria confía en que a finales de año se llegue incluso a 2 millones.

Esta cifra será aún reducida en relación al tráfico total del puerto, que el año pasado fue de 13,9 millones de toneladas, por lo que el comienzo de las operaciones de Repsol será decisivo para el despegue definitivo de la dársena exterior, a la que ya se han trasladado gran parte del tráfico de graneles sólidos de la interior, como el carbón y los piensos.