El modelo aplicado para el planeamiento urbanístico aplicado por la Universidade da Coruña entre 2004 y 2012 es el contenido del artículo publicado en el último número de la revista Ciudad y Territorio, editada por el Ministerio de Fomento y considerada como la de mayor prestigio en el campo del urbanismo en España. El número está dedicado a la experiencia urbana y territorial de los campus españoles y en el mismo Xosé Lois Martínez Suárez, vicerrector de Infraestructuras en aquellos ocho años, y José Pérez Ríos, ingeniero industrial y catedrático de Organización de Empresas en la Universidad de Valladolid, exponen lo que aún hoy es una iniciativa singular en España.

Ese carácter innovador es lo que animó a Ciudad y Territorio a que ambos profesores, responsables de su utilización, la expusieran en la revista. Pero si en España todavía ninguna universidad ha tomado nota de la experiencia coruñesa, sí lo ha hecho la suiza de Saint Gallen, la más destacada del mundo en el campo de la dirección estratégica, que mostró interés por aplicar el modelo coruñés, para lo que sus directivos visitaron su universidad, mientras que Martínez y Pérez viajaron allí para explicar el sistema a sus responsables.

Pérez Ríos trabaja desde hace años en los campos de la cibernética organizacional y los modelos de sistemas viables aplicados a todo tipo de organizaciones, lo que aprovechó Martínez Suárez para solicitar su colaboración en la planificación urbanística de la Universidad, ya que además, es "coruñés de Monte Alto". En opinión de este catedrático, A Coruña "tuvo la fortuna de tener ocho años seguidos a un vicerrector que era sensible a esta metodología", lo que justifica porque Martínez es urbanista y trabaja con una perspectiva espacial y temporal amplia. La larga duración del mandato del vicerrector permitió programar mediante esta metodología 38 actuaciones, algunas de ellas de gran tamaño, aunque no todas llegaron a ejecutarse debido a problemas políticos o económicos.

El enfoque sistémico de la planificación parte de lo general para llegar a lo particular, aunque siempre conectando todos los niveles intermedios. El objetivo último de esta metodología es realizar todo tipo de intervenciones de acuerdo con un sistema que hace posible que todas ellas sean coherentes.

"Es muy frecuente realizar acciones sin ver los efectos que causan en otra parte del sistema, ya que es muy difícil apreciarlos y a veces se consiguen efectos contrarios a los que se buscan", explica Pérez, para quien "la utilización de una metodología de este tipo ayuda al decisor a que tenga una guía". El origen de este método es la búsqueda por los aliados durante la Segunda Guerra Mundial de un sistema para defenderse con mayor efectividad de los ataques alemanes, para lo que se crearon equipos multidisciplinares.

Tras haber sido utilizado posteriormente en la industria y la empresa, acabó por extenderse a todo tipo de organizaciones. En el caso de la Universidad coruñesa, se establecieron los niveles del campus, la ciudad, el arco ártabro y la comunidad gallega, de forma que se analizaran los efectos de los proyectos en cada uno de ellos con el fin de alcanzar la coherencia. La planificación definió los aspectos fundamentales a considerar en cada nivel, como el ámbito espacial, objetivos, tipo de organización, afectados, instituciones, legislación, acciones propuestas, medios y canales de comunicación.

Otro de los pasos dados fue la puesta en marcha de una organización que gestionase el sistema, de forma que en cada nivel hubiera un responsable de las acciones programadas. "No hace falta tener más personal, sino emplear al ya existente y, además, con personas que hagan funciones en diferentes niveles", explica Pérez Ríos, quien detalla que en A Coruña esta organización estuvo dotada incluso de especialistas en diferentes campos.

La planificación diseñó finalmente 21 acciones en el campo del urbanismo y 17 en el de la arquitectura, cada una proyectada para un nivel territorial, pero con implicaciones en el resto. La residencia de estudiantes prevista para el campus de Elviña, que la Xunta rehusó construir finalmente, fue planteada con el fin de atender la demanda de alojamiento de los estudiantes foráneos, por lo que su creación afectaría a toda la comunidad autónoma. También en este nivel se puso en marcha el parque científico que dio origen al Centro de Innovación Tecnolóxica en Edificación e Enxeñería Civil y al Centro de Investigación en Tecnoloxías da Información e as Comunicacións, el Centro de Investigacións Científicas Avanzadas y, en Ferrol, el Centro de Innovación Tecnolóxica.

En el nivel que comprende el territorio que va de A Coruña hasta Ferrol, la planificación diseñó el ahora olvidado proyecto del Campus Center, un complejo que reuniría las actividades administrativas de la Universidad en Elviña, además de una amplia oferta de ocio y al que Pérez confiere además una fuerte carga "simbólica", ya que tendría una configuración espectacular que, dada su ubicación junto a Alfonso Molina, estaba llamado a convertirse en un icono de la ciudad. También en este plano se situaría la estación intermodal que se construiría en el campus para enlazar los diferentes medios de transporte, que igualmente fue desechada posteriormente.

Aunque el carril bici que une la ciudad con el campus sí llegó a construirse, otro de los proyectos de movilidad no llegó a aplicarse a pesar de su sencillez. Se trataba de extender el origen de la línea del bus universitario hasta Monte Alto, no solo para favorecer la llegada de estudiantes de ese barrio, sino para que en el mismo surgiera una oferta de pisos de alquiler más baratos que los existentes en las zonas ya comunicadas con el campus.

En la escala del campus se creó la plaza de A Zapateira, entre la Escuela de Arquitectura y el resto de centros, sobre un espacio que antes ocupado por un aparcamiento que ahora es una zona verde en la que incluso se llegó a dar clase al aire libre y que permite además la comunicación entre las facultades.

Otra de las actuaciones con un impacto visual notable fue el derribo del muro que rodeaba la antigua Escuela de Empresariales, el actual Centro Universitario de Riazor, lo que permitió crear un espacio abierto a la ciudad que hasta entonces solo era utilizado por unos cuantos coches para aparcar. Pérez Ríos destaca que sobre el césped instalado en ese lugar se trazó un sendero en línea recta, pero no por azar, ya que su función es divisar en el horizonte la Torre de Hércules, que no solo es el símbolo de la ciudad, sino de la propia Universidad.