Rocío Hernández ha puesto su granito de arena en Nicaragua gracias a la Fundación Mujeres. A través de una serie de acciones para prevenir la violencia de género y transmitir conocimientos sobre salud sexual, la voluntaria ha sido testigo de numerosos cambios en la sociedad en la que ha trabajado. "Están siendo conscientes de sus necesidades, deseos y derechos, así como de la importancia de ser parte implicada en la toma de decisiones en lo que a su vida se refiere y, en concreto, a su salud sexual y reproductiva", explica Rocío Hernández, a la que las mujeres que ha conocido le han confesado que "el proyecto ha desarrollado en ellas la capacidad de tomar decisiones sobre su cuerpo y a perder el miedo a realizarse los chequeos ginecológicos".

La fundación no centra su trabajo en las mujeres, sino también en los hombres que las acompañan. "Han aprendido a tratar a la familia, a negociar y no a imponer, así como a compartir las tareas del hogar", señala. Pero el trabajo continúa. Rocío ha vuelto para redactar sus conclusiones sobre su experiencia en Nicaragua, pero considera necesario que esta labor no acabe. "Hay mucha violencia hacia las mujeres en las comunidades y es importante continuar trabajando, pues aún sigue habiendo muchos patrones culturales, políticos y sociales machistas", concluye.