¿Sirvió para algo que el Concello declarase en diciembre de 2007 que 22 calles del barrio del Orzán fuesen declaradas Zonas Acústicamente Saturadas (ZAS)? Uno de los miembros de la directiva de la asociación de vecinos Ensenada del Orzán, José Luis Méndez, que ya formaba parte de la entidad diez años atrás, cuando la presión de los residentes en la zona consiguió un cambio en la regulación municipal, asegura que, en su barrio "no valió para nada" esta declaración que pretendía reducir el ruido en las calles.

No fue hasta el mes de mayo de 2009 cuando esta propuesta se llevó a pleno y salió adelante con los votos del Gobierno local, para entonces formado por la coalición de PSOE y BNG, y con la oposición del PP. En este documento, el Concello no solo ponía límites a que se abriesen más locales de ocio nocturno en las calles afectadas, sino también que ponía a disposición de vecinos ayudas económicas para mejorar la insonorización de sus casas y también para los hosteleros para cambiar su actividad.

"Ahora estamos incluso peor que antes. Es cierto que cerraron locales, pero no porque la zona sea ZAS sino porque con la crisis cerraron locales y ahora hay menos. Hay otro punto importante y es que, el tipo de cliente que viene a salir al Orzán ha empeorado, tiene menos poder económico, es más joven y también más ruidoso y agresivo", resume Méndez, que carga especialmente contra la Policía Local y los gobiernos municipales que pasaron por María Pita, porque asegura que "no velan por el cumplimiento de la normativa vigente", ni por la que regula el ruido en la calle ni la que tiene que ver con los locales de hostelería. Desde la entidad denuncian que hay muchas cafeterías que ahora abren en horario de pub e, incluso, de after hours, after hoursa partir de las seis de la mañana, cuando no deberían poder hacerlo.

Esta declaración de Zona Acústicamente Saturada (ZAS) en el barrio partió de las quejas vecinales por la celebración de botellón en la calle, pero, tras diez años desde aquellos primeros pasos, la situación no ha mejorado en sus calles, según la entidad vecinal.

Este viernes, el Gobierno local aprobó el Plan de Acción en Materia de Ruidos, que incluye tres alegaciones presentadas por particulares para que la plaza de la Cormelana y José Sellier se sumen a las áreas con problemas de ruido. Esto incluye que se pueda, en el futuro, incluir en la lista de Zonas Acústicamente Saturadas, como ya lo son, por ejemplo, Cordonería o la calle Socorro.

Frente a estas alegaciones que han sido estimadas por el Concello, los hosteleros que se han ido instalando en los últimos dos años en estas plazas, defienden que su labor ha ayudado a darle vida al barrio y también a cambiar el tipo de clientes que entra en los locales, ya que, ahora, es mucho más familiar que antes. Aseguran, además, que los vecinos están contentos con su iniciativa de instalarse en la Cormelana y que les apoyan para que sigan en la zona y no se muden.

El presidente del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de A Coruña, Herminio Carballido, reconoce que, en Santa Catalina, que fue donde él luchó "a brazo partido" por la erradicación del botellón, consiguió el objetivo de los vecinos: poder descansar por las noches los fines de semana.

"El principal problema que teníamos era que la gente bebía en la plaza y que un bar ponía música fuera, todo eso se acabó con la Zona de Especial Protección (ZEP)", comenta Carballido. Defiende además que, desde que entró en vigor la normativa, en 2008, cuando avisan a la Policía Local por cualquier "ruido puntual" o por el incumplimiento del horario de los locales y "enseguida actúan" y vuelve la tranquilidad a sus hogares.

"A nosotros sí que nos sirvió", explica Carballido, que asegura que "la voluntad política" fue decisiva para que se liberasen las plazas del botellón y de los ruidos nocturnos de cada "jueves, viernes y sábado" y que se desplazase esta actividad a los jardines de Méndez Núñez.

Fue el Gobierno local formado por el PSOE y el BNG el que impulsó esta actuación que, después, siguió con los gobiernos posteriores de PP y Marea Atlántica. "Ahora los clientes de los bares están dentro de los locales, ya no están bebiendo fuera, como antes", explica Carballido, aunque pone la decisión en cuarentena, porque defiende que las zonas de ocio nocturno obedecen a modas y "oleadas".

Asegura que, para poder seguir abierto en la zona de Santa Catalina, uno de los locales tuvo que renunciar a tener futbolines dentro y otros juegos que hacían ruido y molestaban a los vecinos durante sus horas de descanso nocturno.

El actual presidente de la Ciudad Vieja, Pedro Roque, que ya formaba parte de la entidad cuando los vecinos se manifestaban para desterrar el botellón de la plaza de Azcárraga, cree que la medida de declarar todo el barrio como Zona de Especial Protección, fue efectiva durante un tiempo, aunque ahora ha empezado a dejar de serlo.

"Actualmente, con el boom de la hostelería, hay un cierta permisividad, sobre todo con las terrazas y con las actividades que se realizan en los locales de hostelería, como las sesiones vermú", explica Roque, que demanda al Concello la puesta en marcha de un "estudio realizado por profesionales" y que cuente con la colaboración de los vecinos, en el que sean los residentes en la zona los que decidan cuál es el tipo de dinamización del barrio que quieren.

"A los vecinos no nos compensa la situación actual, no creo que montar una parrillada en la puerta de un local o hacer conciertos en la calle sea la vida que queremos en la Ciudad Vieja", sentencia Roque, que considera que hay "falta de rigor en el cumplimiento" de las ordenanzas que tienen que ver con el ruido y con la ocupación de las terrazas del espacio público.

Otra de las protagonistas de la puesta en marcha de las zonas protegidas fue la concejal de Mocidade, Ermitas Valencia, que recuerda que respondieron "a una necesidad del momento" y que acotaron las zonas de ocio nocturno en aquellos espacios que, "por su disposición o su arquitectura", eran especialmente sensibles y no dejaban conciliar el descanso de los vecinos y el ocio nocturno.

"Después de todo este tiempo, no se me ocurre ninguna zona a la que se le pueda quitar la protección, aunque sí que hay algunas a las que se le podría dar esta categoría por la propia evolución de la hostelería en la ciudad", explica Valencia.

Los vecinos más molestos con que su barrio fuese declarado Zona Acústicamente Saturada son los de Ensenada del Orzán, precisamente porque creían que sería la solución a sus problemas cuando, realmente, aseguran que no lo fue.

"En la normativa pone que en las áreas ZAS no se pueden abrir más pubs y no se abrieron, pero hay cafeterías que solo tienen una salida y que no están insonorizadas como deberían, que funcionan como si fuesen discotecas y eso no puede ser", explica Méndez, que denuncia, además, que hay muchos locales de hostelería que incumplen las normativas municipales, como que los clientes de los pubs no pueden consumir sus copas en la calle o que algunos negocios, incluso, ponen altavoces para que se oiga su música fuera".

"Nunca nos sirvió para nada", resume resignado Méndez, de Ensenada do Orzán.