Proxecto Cárcere tiene varios espejos en los que mirarse, edificios que dejaron atrás un pasado industrial o penitenciario para convertirse en punto de encuentro de vecinos, en lugar de creación y de intercambio de conocimientos. Laura Sánchez, que es miembro de la entidad que ha ganado el concurso para gestionar el uso de la antigua prisión provincial, Proxecto Cárcere, explica que, para elaborar su propuesta de futuro para el edificio, se fijaron en otros que llevan ya años funcionando, como La Tabacalera de Lavapiés, en Madrid; Can Batlló, en Barcelona, o el centro cívico ¡Madre de Dios!, en Logroño, que han conseguido hacerse un hueco en la vida de sus vecinos y en lugar de referencia para

Lo que ahora es casi un barrio autogestionado, donde la economía colaborativa es protagonista, Can Batlló, era hasta los últimos coletazos del franquismo, una fábrica textil del barrio de La Bordeta de Barcelona. En junio de 2011, los vecinos entraron en este espacio y rehabilitaron una de las naves durante más de dos años, hasta que consiguieron abrir una biblioteca, después, llegaron el bar, el auditorio, el rocódromo y los espacios polivalentes. Ahora, que tienen ya un "convenio con la ciudad de Barcelona", según explica Laura Sánchez, están intentado también dar un paso más y hacer "un vivero de cooperativas" y una "cooperativa de viviendas en cesión de uso", además de la programación cultural y de formación de la que nunca se han desprendido.

Tal y como propone Proxecto Cárcere en su modelo de gobernanza, La Tabacalera funciona con una asamblea. "Nos parece interesante la propia idea de fallar, si es necesario, que es como se aprende", resume, ya que no hay fórmulas mágicas que garanticen que un centro social vaya a funcionar a la perfección desde el primer día. Y es que, son espacios en los que conviven muchas iniciativas y que se tienen que adaptar también al barrio en el que se instalan.

En la propuesta, Proxecto Cárcere aboga por que las decisiones en la asamblea se tomen "por consenso", que no haya una votación en la que unos ganan y otros pierden, sino que ambas partes cedan para que el acuerdo al que se llegue contente a la mayor parte de integrantes posible, aunque eso implique echarle más horas al proyecto.

Otro de los referentes cercanos que tiene la antigua prisión provincial, explica Laura Sánchez, es Matadoiro Compostela, un espacio de 1.600 metros cuadrados, donde antes estaba la Casa da Xuventude, y que se puede utilizar de manera gratuita, y donde tiene su sede la Oficina de Intermediación Cultural. "No nos interesa tanto hacer un calendario de actividades anual como que, si alguien tiene la necesidad de un espacio, siempre y cuando respete los derechos básicos que, fundamentalmente es respetar los derechos humanos, no haya ningún problema para cedérselo y que le sirva", explica Laura Sánchez, que, apunta a que una de las asignaturas pendientes que les queda es la de hacer una reunión con los representantes de estos espacios autogestionados, que hay por todo el Estado, para conocer cuál es su "relación con los vecinos". Y es que, Proxecto Cárcere aboga por que se conviertan en "focos de actividad para el barrio", que sirvan "para que la gente se conozca, trabaje en común y tenga un tiempo compartido".

A pesar de que no sea un espacio autogestionado, también la cárcel de Peniche está entre los referentes, ya que una de las partes de la fortaleza se ha destinado a la recuperación de la memoria histórica -algo que está también recogido en el documento aprobado por el Concello- incluso, se pueden visitar las celdas de los presos que estuvieron en este enclave.