Carmen Tagüeña, nacida en Rusia hace 76 años, fue entre 2009 y este año la presidenta del Ateneo Español de México, institución que archiva gran documentación sobre los exiliados españoles en el país centroamericano tras la Guerra Civil. Este jueves ofreció una conferencia invitada por el Ateneo Republicano de Galicia. Su madre, la coruñesa Carmen Parga (1914-2004), narró sus experiencias en el exilio (la Unión Soviética, Yugoslavia, Checoslovaquia, México) en el libro Antes de que sea tarde.

- ¿Qué relevancia tiene hoy el Ateneo Español de México?

-No hay mexicano que no reconozca la relevancia del exilio español. El Ateneo tiene importancia en México en la medida en que el exilio es importante en México. Con variaciones, creo que España también le ha dado valor al archivo del Ateneo y en la década pasada le concedió una subvención para conseguir una sede permanente, que es donde ahora tenemos nuestras dos bibliotecas y el archivo.

- ¿Cómo ha sido la relación de la entidad con ateneos españoles?

-En los ocho años en que he sido presidenta no hemos tenido más que relaciones esporádicas. No ha sido muy estrecha en mi opinión, y eso es algo que le ocurre a otros ateneos a nivel mundial.

- ¿A qué lo atribuye?

-Es que los ateneos no son populares entre la gente, para quien ya no es tan común la charla, la tertulia y la conferencia. La gente está a los teléfonos y a internet.

- ¿Olvido, indiferencia?

-Más bien indiferencia, porque las costumbres han cambiado. Cuando surgió el Ateneo era un espacio laico de cultura, incluso cultura científica. Pero las universidades proporcionan nuevos conocimientos. Los ateneos en sí han perdido sustancia como necesidad de existir. Y eso que nuestro Ateneo tiene aprecio en el país, hacemos eventos, participan académicos y acude público. Tenemos entre 300 y 400 socios, pero no tenemos patrocinadores para salir adelante.

- ¿Qué tiene Carmen Tagüeña de gallega, además de sus raíces?

-Muchos recuerdos. De mi abuela, que era completamente gallega como mi madre, y nos cuidaba cuando vivíamos en Rusia en unos años muy duros. En cuanto al carácter, guardo el humor y esa vena de tener firmeza en las opiniones, que han heredado los nietos.

- ¿Qué imagen de España tienen en México los descendientes de exiliados gallegos y españoles?

-En la gente más joven veo un acercamiento cariñoso y tranquilo a España relativo a la historia del exilio, mientras que los mayores siguen con el espíritu de la separación en dos Españas que provocó la Guerra Civil. Y eso es triste detectarlo en la gente. Una vez nos peleamos, fue horrible, de acuerdo, pero olvidémonos.

- Su familia sufrió ciertos desencantos, como con el comunismo, según escribe su madre en su libro. ¿Usted también se ha desencantado con ideologías o movimientos sociales?

-Yo he heredado desengaños. La historia de mis padres fue complicada en aspectos políticos y eso hizo que yo fuera más desconfiada en general. Apoyo ideas o corrientes, pero nunca he pertenecido a partidos ni pienso hacerlo. Mi padre nos transmitió una precaución hacia las ideologías que él no tuvo.

- ¿Recela de la implicación?

-En cambio, creo que no, siento que la gente joven se debe comprometer. Pero con cuidado, porque en el mundo hay mucho desencanto con los partidos por no ser sensibles a lo que la gente piensa y siente.