El Concello trasladó en 2010 a otras dependencias del Museo Arqueológico del castillo de San Antón a los trabajadores que estaban ubicados en las zonas del edificio donde ese mismo año se registraron altas concentraciones de gas radón. Entre los afectados estaba el entonces director, José María Bello, recientemente jubilado, a quien a finales de 2016 se le diagnosticó cáncer de pulmón por haber estado expuesto a "niveles muy altos de radón" en el despacho que ocupó entre 1996 y 2010. Bello fue operado a comienzos de este año y el Instituto Nacional de la Seguridad Social, al que envió un informe de su situación, acaba de declarar su dolencia como "accidente laboral", en una resolución infrecuente.

Esta medida tomada por el Concello en su día, con la que también indicó al personal del museo que no permaneciera durante "tiempos prolongados" en las estancias con más radón concentrado, tendrá que ser evaluada por el Consejo de Seguridad Nuclear, que decidirá si fue correcta o insuficiente. Este organismo envió en julio pasado una carta a Bello en la que explicaba que la Consellería de Industria tendría que solicitar al Concello toda la información sobre las mediciones de radón realizadas en la fortaleza de San Antón en 2010 y las medidas llevadas a cabo para proteger a los trabajadores. El Ayuntamiento ya remitió esa documentación a la Xunta en un informe en el que explica que en la zona de archivos y en otras partes altas del edificio, "al ser un yacimiento arqueológico no aislado", se obtuvieron las cotas más altas de radón. El servicio municipal de Personal movilizó a los empleados que trabajaban en esas zonas ante la imposibilidad de realizar obras en ellas, según transmiten fuentes del Concello. El Gobierno gallego, consultado por este periódico, no ha informado si a su vez ha enviado la documentación municipal al CSN.

El despacho del exdirector del Museo Arqueológico del que fue trasladado emitía en 2010 radiaciones de entre 1.600 y 2.900 becquerelios por metro cúbico de aire, un nivel elevado en relación con los límites de entre 500 y 1.000 becquerelios en los lugares de trabajo que establece de forma general la Unión Europea. Otras dependencias como el almacén, la sala de metales, el comedor, la cocina y otro despacho también presentaban una alta exposición al radón.

Fuentes del Concello aseguran que el Laboratorio de Análisis de Radiaciones de la Universidade de Santiago realiza actualmente mediciones de concentraciones de gas radón en el Palacio de María Pita, el museo y la biblioteca de la Casa de las Ciencias, la Casa de los Peces, la Domus y los edificios de la calle Franxa y las Casas de Paredes.