La Policía Nacional trata de identificar al vecino de la plaza de la Tolerancia, en Labañou, que dispara a palomas con una escopeta de balines. Los proyectiles alcanzaron a una menor y, el pasado martes, a un anciano que estaba sentado en un banco, quien sufrió heridas leves en un muslo. Los agentes de la Policía Científica del 091 se desplazaron esta semana a la zona y tomaron muestras para tratar de determinar las trayectorias de los disparos y localizar a su autor. Además, se llevaron el cadáver de una paloma.

Los residentes en el barrio se muestran "muy preocupados" porque los tiros van dirigidos a la zona de la plaza donde está situado el parque infantil. "A este loco no consiguen pillarle. Hace tiempo que dispara a las palomas. Tres o cuatro por lo menos cayeron muertas del cielo. Estás sentado en el parque y, de repente, zas, cae una. Un día creí que moría de asco porque cayó una herida y se la comió una gaviota", cuenta Jorge González, responsable de la panadería La Esquina, situada en la plaza.

El tendero sostiene que el caso ha generado "una alarma social enorme" porque los disparos ponen en riesgo la integridad de los vecinos y, sobre todo, de los niños que juegan en el área infantil. "A ver si lo coge la policía porque como lo coja el padre de la niña, imagínate?", comenta. Una de sus clientas, Chelo Pita, cuenta que no tiene nietos, pero, aún así, está intranquila. "Por supuesto que estoy muy preocupada porque hay gente mayor y niños y no tiene por qué hacerles daño. A saber quién es. Que lo cojan cuanto antes", pide.

En la peluquería de al lado, su dueño, Antonio Álvarez, asegura que cruza la plaza "con normalidad", al tiempo que bromea: "No me voy a poner el casco de guerra". El cliente al que le corta el pelo opina que el autor de los disparos tiene que ser "un chaval". Noemí Troche, la camarera del bar Os Ventíns, ubicado en la plaza de la Tolerancia, terminó el martes a las cuatro de la tarde el turno sobresaltada. "Había dos palomas muertas. Le dio a un señor sobre las tres de la tarde y se llenó la plaza de gente. Se lo llevó la ambulancia", relata la empleada del local, quien, al igual que los comerciantes y residentes en el barrio, asegura que el problema "viene de hace tiempo".

"Hasta que no lo cojan no atravieso la plaza, voy por otro lado por si acaso porque tengo miedo. No sé cómo las madres llevan a algunos niños a jugar, supongo que es porque no se enteraron", señala Troche. Una de sus clientas, Medissa Schlottauer, comenta que teme que los balines alcancen a su hermano pequeño. "Se puso a disparar a palomas con la mala suerte de que le dio a personas. Estamos preocupados por los niños o por si le da a alguien en un ojo o algo. Tengo que pasar por la plaza muchas veces y hasta que no lo cojan no voy a estar tranquila", asegura.