Hace cuatro años que la vida de esta mujer, que prefiere ocultar su identidad bajo sus siglas, A.M.F.G. cambió radicalmente. Su situación económica ya empezó a tambalearse en 2009, pero fue en 2013 cuando perdió su trabajo. "Me despidieron por estar de baja y, desde entonces, no volví a encontrar trabajo", explica esta mujer de 54 años, que había cedido su domicilio a su marido después de divorciarse. "En aquel momento era él quien no tenía medios y se lo cedí. Me quedé sin casa", lamenta.

Fue entonces cuando decidió ir a la Cocina Económica. "Empecé a ir hace tres años después de pedir ayudas a la desesperada. Dejé la vergüenza a un lado y allá fui", recuerda. Lo que no esperaba es que se encontraría no solo con una entidad que da alimento a cientos de personas sino también con gente que sabe escuchar y que le ayuda a afrontar su día a día, lleno de obstáculos. "Me aconsejan, me preparan documentos... Alguno es como si fuese mi conciencia. Hay veces que hay tantos frentes abiertos que no sabes qué hacer y estás muy confusa. Todo te desborda. En esos momentos, la Cocina Económica siempre me ayuda y se lo agradezco muchísimo", sentencia.

A su cargo, su hija y sus dos nietos. Lo que dificulta todavía más su situación. "Siempre intento ayudar a mi hija con los pequeños para que ella pueda trabajar y tener una vida ordenada. Cuando me fui al paro, vivíamos todos juntos y fue muy complicado", detalla. De todos modos, no se rinde. Tiene la esperanza de encontrar un trabajo que le permita dar un giro a su vida y buscar estabilidad. "Desde los 14 años trabajé en muchísimas pero ahora no encuentro ni para limpiar escaleras. Me dicen que no estoy dentro de los perfiles", revela. Siempre manda currículos, aunque las respuestas son escasas. Los dos primeros años en los que estuvo en paro, se presentó a todas las ofertas posibles. "Me moví muchísimo pero acabas entrando en un infierno desesperante", confiesa.

A medida que pasa el tiempo, todo se vuelve más negro. Pero ella sigue luchando. Incluso ha participado en cursos de formación para seguir aumentando sus conocimientos. "Sigo con la esperanza pero a veces me desespero porque no tengo para pagar nada. Ni el alquiler, ni el agua, ni la luz...". Además, lamenta que la situación a veces pasa a convertirse en un círculo vicioso. "Quieres alquilar un piso pero te piden un aval o varios meses de fianza que es imposible que puedas aportar. O vas a pedir ayudas sociales y necesitas presentar muchísimos papeles y acudir a ciertos sitios. Para mí, es un esfuerzo pagar el bus", manifiesta.

Además de a la Cocina Económica, esta mujer también acude al Banco de Alimentos y a Cáritas. "Te ayudan muchísimo. Además, la gente es buena, aunque tengan necesidades". Y es que conoce programas de ayuda social gracias a otras persona que se encuentran en la misma situación. "Me entero en la calle y luego voy a preguntar. Así es cómo conseguimos cosas para pagar, por ejemplo, un mes de alquiler", cuenta.