La Coraza era el lugar en el que habitualmente se practicaba en el pasado el peligroso juego de torear las olas, una costumbre temeraria que también tuvo como escenario el desaparecido dique que cerraba el extremo de la playa de Riazor situado junto a las Esclavas. La instalación de la duna que protege ese mismo arenal durante el invierno fue aprovechada ayer por una pandilla de niños para sortear los embates del mar, que ayer daba muestras de su bravura, ya que estaba decretada una alerta por fuerte oleaje. Inconscientes del riesgo que corrían de ser arrastrados por el agua, se acercaban a la orilla y retrocedían luego a toda prisa.