Un grupo de turistas se acercó a curiosear a la plaza de Lugo. Nada más entrar se encontraron con un puesto solo de marisco y enseguida corrieron a inmortalizar las nécoras y los camarones. "¡Están vivos!", exclamaban mientras los fotografiaban con sus teléfonos móviles. Cuando la pescantina se aproximó a ellos e hizo que las nécoras se moviesen más, se apartaron miedosos. "Verás cuando les saque el lubrigante", comentó sonriente la placera a una clienta. En cuanto cogió el lubrigante, se lo acercó, le sacó la goma de las patas y comenzó a moverse rápidamente, los turistas huyeron despavoridos. No habían visto algo igual.