Las conclusiones que contiene la tesis doctoral del decano del colegio de Ingenieros Agrónomos de Galicia, Pedro Calaza MartínezPedro Calaza, elaborada en 2015 con los datos disponibles en ese año, ponen de relieve el arduo trabajo que debe llevar a cabo el Concello coruñés para mejorar la situación de las zonas verdes. En Infraestructura verde, salud pública y actividad física. Evidencias de su relación. Caso de estudio: La Coruña. España, este especialista aprecia que la ciudad posee una escasa superficie de zonas verdes en comparación con su extensión y población, así como que su ubicación es mayoritariamente periférica. El reducido tamaño de la mayoría de ellas deriva además que no sean aptas para la práctica del deporte, mientras que la selección de especies arbóreas hace que el volumen de las copas de los ejemplares tengan una cobertura muy por debajo de lo recomendado. Calaza es, además, el director técnico de Althenia, la empresa concesionaria municipal del mantenimiento de los jardines no históricos de la ciudad, y autor del diseño del parque de San Pedro.

Su trabajo localiza en el municipio 301 zonas verdes gestionadas por el Concello, aunque a ellas hay que sumar las de propiedad privada. En la tesis solo se analizan 294 porque se desechan las que están situadas en zonas industriales. Según su análisis, "se reparten sin ningún tipo de orden preestablecido ni planificación por la ciudad", lo que considera una consecuencia de la "falta de planificación territorial y a la falta de suelo" por el pequeño tamaño del municipio y porque no se reservó suelo para este fin.

Para el autor de la tesis, salvo con el plan urbanístico de César Cort de 1945, en la planificación urbanística coruñesa "nunca el sistema de espacios verdes fue un objetivo claro y explícito", a lo que añade que tampoco se buscó su creación "desde una óptica ecológica y de potenciar el uso y los beneficios que presenta". Calaza estima que la distribución de las zonas verdes sin criterio por la ciudad "no garantiza la accesibilidad de toda la población al mismo nivel", al tiempo que tampoco permite que esos lugares puedan ser utilizados para diferentes usos.

La concejal de Medio Ambiente, María García, coincide en el diagnóstico que realiza Pedro Calaza sobre las zonas verdes de la ciudad y considera que "escasean fundamentalmente en los barrios", aunque advierte que en las zonas que están totalmente construidas a esta situación "ya no se le puede dar vuelta atrás". Pero la edil destaca que sí es posible actuar en otros campos, como en la reducción de la presencia del automóvil en las calles y en la expansión de la vegetación por la ciudad de manera ordenada.

Medio Ambiente ya introdujo en la gestión de los jardines el uso de sistemas ecológicos para su mantenimiento, como la eliminación de los herbicidas tóxicos y, gracias a los fondos europeos proporcionados por la estrategia DUSI invertirá el próximo año 2,54 millones de euros en la mejora y ampliación de espacios verdes, 432.000 euros en la recuperación de espacios naturales y 1,2 millones en la restauración de lugares de interés turístico, cultural o ambiental.

La tesis incide en que las zonas verdes urbanas predominan en la parte más antigua de la ciudad y disminuyen a medida que se avanza hacia los barrios más poblados, mientras que las áreas del extrarradio son las que disponen de los espacios más amplios, aunque también alejados del casco urbano.

Esta disposición se corresponde con la evolución histórica del crecimiento de A Coruña, en la que Calaza destaca "la falta de perspectiva, de planificación integral y de la importancia de la especulación de finales del siglo XX", lo que a su juicio ha derivado en el pequeño tamaño de las zonas verdes.

Para reflejar esta afirmación, señala que el 73,13% ocupa menos de 2.000 metros cuadrados y que incluso el 40,48% no llega a tener 500 metros, por lo que los califica de "microespacios".

Otro dato relevante es solo un 6,46% de las zonas verdes tienen una superficie entre los 5.000 y los 20.000 metros cuadrados, ya que la primera de esas cifras es la mínima recomendada por la Unión Europea para practicar ejercicio físico de forma adecuada durante al menos 30 minutos.

Según ese criterio, únicamente el 14,28% de los parques coruñeses tienen la dimensión necesaria para realizar deporte, por lo que Calaza considera necesario dotar al municipio de zonas verdes de más de 5.000 metros cuadrados. De los 294 espacios que se estudian en la tesis, 245 son accesibles para los ciudadanos, aunque pero el autor de la tesis advierte que la mayoría tienen menos de 2.000 metros cuadrados de extensión y que 177 ni siquiera ocupan un millar de metros. Aunque casi todos los coruñeses viven a menos de 300 metros de una zona verde, son pocos los que están a esa distancia de lo que Calaza considera "parques de dimensiones mínimas", que sitúa en los 5.000 metros cuadrados.

Las únicas zonas verdes de grandes dimensiones están ubicadas en la periferia, donde se crearon a partir de antiguos terrenos militares, como es el caso del parque del monte de San Pedro, con 205.000 metros cuadrados, o el de Bens, que se asienta sobre el desaparecido vertedero municipal y ocupa 600.000 metros. Calaza destaca sin embargo que, a pesar de que el número y superficie de las zonas verdes es reducido, es reseñable el volumen de recursos destinado por el Concello a su mantenimiento, ya que se trata de uno de los que dedica una mayor proporción de dinero por metro cuadrado a esta labor.

También contrasta la tesis la situación de las zonas verdes coruñesas con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), según las cuales la ciudad no sale bien parada. Y es que los parques y jardines ocupan el 15,48% del municipio, excluyendo las zonas industriales, lo que supone la existencia de 6,10 metros cuadrados por habitante, cuando la recomendación de la OMS es de 10 metros. Calaza aclara que esta superficie por habitante es diferente según los países y las época, pero que en este momento se tiende a adoptar la de 20 metros cuadrados, lo que en el caso de A Coruña haría que se quedase muy lejos de ella.

Otro de los indicadores de la OMS es el del número de árboles por habitante, para el que recomienda la existencia de un ejemplar por cada tres personas con el fin de mejorar la calidad del aire. El Inventario de Arbolado elaborado por el Concello en el año 2015 contabiliza en la ciudad 15.343 ejemplares, lo que, de acuerdo con la población existente en ese año, da una proporción de 16 habitantes por árbol, de nuevo muy por encima de la recomendación y, además, en todos los distritos de la ciudad.

María García menciona sobre este asunto el Plan de Arbolado que desarrolla su departamento, que se fija como objetivo plantar 1.500 ejemplares en dos años en zonas como Barrio de las Flores, Novo Mesoiro, Monte Alto y Eirís.

Al margen de los efectos positivos que la vegetación genera en la población, según destaca el autor de la tesis, la concejal considera que es "la mejor forma de luchar contra el cambio climático" y de adaptar la ciudad a episodios de temperaturas altas y sequía como el actual. La petición de más arbolado es además una de las propuestas más habituales y votadas en los presupuestos participativos coruñeses.

Calaza se refiere además en su trabajo a la importancia del volumen ocupado por la copa de los árboles, que considera de mayor valor ecológico que el número de ejemplares existentes, ya que la función de renovación del aire está determinada por la cantidad de hojas que poseen. El cálculo efectuado en la tesis es de que la copa de los árboles de la ciudad cubre una superficie de 417.417 metros cuadrados, de forma que frente a una dimensión del municipio de 38.399364 metros cuadrados, la cobertura sería del 1,09%. Ese porcentaje supone para Calaza "una carencia grave" ya que la asociación American Forests y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos consideran que la superficie que debe cubrir el arbolado en las áreas urbanas se sitúa entre el 25 y el 40% del total.

"Estamos apostando por los árboles frondosos donde podemos ponerlos", explica la concejal de Medio Ambiente, quien además detalla que se promueve la elección de especies autóctonas y que se proyecta introducir las diferentes variedades de castaño. Pero García reconoce que la existencia de numerosas calles y aceras estrechas en A Coruña dificulta este objetivo en muchos puntos de la ciudad, por lo que en ellos hay que recurrir a la instalación de arbustos con un menor porte pero con calidades cromáticas destacadas que contribuyan a embellecer el espacio urbano.

En cuanto a las especies que más abundan en los parques y jardines coruñeses, al igual que en otras ciudades el plátano de sombra es el que tiene una mayor frecuencia, aunque también destaca el número de los chopos y los olmos.

Calaza considera además que, en el momento de redactar su trabajo, el Concello apostaba por incorporar a los parques árboles de pequeño tamaño para adaptarse a las condiciones de la ciudad, aunque, según su opinión "históricamente no se ha seguido un criterio coherente en este sentido". Según él, la mayor parte de los problemas de gestión de las zonas verdes coruñesa "derivan de una mala selección del material vegetal".