Desde 1980 a 2008, el valle de Meirama fue explotado como una mina de lignito a cielo abierto en la que el mineral extraído se quemaba en la central térmica construida a escasos metros para producir energía eléctrica. Al agotarse la mina, había llegado a una profundidad de 250 metros, de los que 78 estaban por debajo del nivel del mar. La actividad de la térmica continúa hoy en día gracias al carbón que se importa, pero la mina desapareció para dejar paso a un lago artificial creado sobre la cavidad con el fin de regenerar los terrenos.

El fondo de la mina se recubrió de arcilla para evitar filtraciones y en el agua que ya se acumulaba entonces fue necesario verter cal para corregir la acidez, tras lo que se procedió a aportar caudal del río Barcés. Con más de dos kilómetros de longitud, 900 metros de anchura y 205 de profundidad, el lago se ubica a una altura en la que su desagüe vertería hacia el Barcés, por lo que desde un principio se previó la posibilidad de conectarlo con ese cauce para resolver la escasez de agua en Cecebre en caso de necesidadagua en Cecebre , intervención que convertiría a la antigua mina en un nuevo embalse.

Los primeros estudios apuntaban a que la conexión entre las dos masas de agua se llevaría a cabo si la población del área metropolitana crecía de un modo considerable, pero, aunque ese escenario se descarta por el momento, el Concello pretende realizarlo de modo inmediato a través de Emalcsa ante la convicción de que el periodo de sequía que sufre Galicia no será una situación excepcional en los próximos añossequía Galicia.

El enlace entre el lago de Meirama y el embalse de Cecebre hará precisa la construcción de una conducción de 1,3 kilómetros de longitud y un coste de 8 millones de euros que la empresa municipal coruñesa, Emalcsa, está dispuesta a aportar en solitario si la Xunta se lo autoriza. El Gobierno gallego ya financió con dos millones de euros obras previas al tendido de esa conducción y preveía instalarla a corto plazo, aunque la compañía de aguas quiere que se adelanten los plazos y para ello está dispuesta a ejecutarla ella misma.

Su objetivo es garantizar el suministro de agua a una población de 400.000 personas que ya en el año 2007 estuvo a punto de sufrir restricciones a causa de una sequía prolongada. Emalcsa construyó posteriormente dos depósitos para solucionar problemas de abastecimiento en casos de emergencia, pero su capacidad solo podría proporcionar agua durante un máximo de 48 horas.

CALIDAD

Pero la creación de un embalse sobre el antiguo lecho de una mina genera susceptibilidades acerca de la calidad del agua que tanto la Xunta como Emalcsa y Gas Natural Fenosa -la propietaria del lago- han tratado de contrarrestar afirmando que el líquido reúne todas las condiciones necesarias para el consumo humano. Para ello se detalló que los controles del agua empezaron ya durante el proceso de llenado de la mina y que continuaron posteriormente, con resultados de los análisis siempre favorables.

El Gobierno gallego llegó a asegurar que las aguas del lago son de mejor calidad que las del río Barcés cuando aún se extraía el lignito en Meirama, mientras que la compañía eléctrica destacó que, al margen del control del agua, el entorno ha sido sometido a regeneración ya desde 1985 y que 565 hectáreas de escombreras han sido transformadas en zona verde mediante la plantación de medio millón de árboles, una iniciativa que le valió la obtención del certificado de gestión forestal sostenible.