El exjefe del servicio de Endocrinología del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña Ovidio Vidal participó ayer en la primera jornada de las conferencias sobre juventud y consumo, que se celebran hasta mañana, en Afundación.

- En su conferencia apunta a que la obesidad es "la gran epidemia del siglo XXI", ¿es más problemático que la desnutrición?

-Sigue habiendo malnutrición, pero la obesidad está aumentando terriblemente, tanto en los adultos como en jóvenes y niños. Hay un trabajo muy extenso publicado en julio de este año, sobre 68 millones de pacientes que confirma que, en el mundo, ahora, hay cien millones de niños obesos y 600 millones de adultos obesos, si nos vamos a la categoría de gorditos o pasados de peso nos ponemos en 2.500 millones de personas. La desnutrición existe, pero la obesidad también y la mortalidad aumenta tanto por que seamos muy gordos como por que seamos muy delgados.

- ¿Y a qué se debe este incremento de la población obesa?

-A que el ser humano está en un sillón en el que no debería estar. Después de cinco millones de evolución, el ser humano ha aprendido a combatir el hambre, por eso sigue vivo. Se ha sabido adaptar a las circunstancias que siempre han sido de hambre, por lo tanto, estamos muy bien adaptados para combatirla, pero lo que pasa es que empezaron los transportes, los ascensores, los autobuses, los supermercados... Y el hombre ahora no tiene que trabajar ni hacer nada para poder comer y, como resulta que tiene un motor que gasta poco, al tener la comida delante, consume de más y eso que le sobra, lo guarda, y eso es la obesidad. Si no hiciésemos caso a las ofertas que nos hacen en alimentación y de no hacer deporte, estaríamos como el hombre de las cavernas y, el que quisiera comer no tendría más remedio que trabajar. El problema es que tenemos una constitución genética para vencer la obesidad, que es el hambre, pero no nos han enseñado a combatir el exceso, porque nunca antes lo había habido.

- ¿Está la obesidad ligada a la pobreza?

-En las sociedades con un poder económico bajo siempre engorda más la población. En este estudio de 68 millones de pacientes, también se corrobora que los que viven en un medio social y económico peor son más gordos, incluso dentro de un mismo país hay diferencias, las personas más ricas son menos obesas que las más pobres.

- ¿Y eso, por qué?

-Los ricos, por ejemplo, tienen dinero para comprar vegetales, que son caros, o para tener un entrenador personal, mientras que las personas con menos poder económico, para tener energía tienen que comer cosas baratas con muchas calorías y eso se traduce en más arroz, más pasta y más pan y eso hace que, hasta cierto punto, les sobre energía. El tratamiento de la obesidad no es solo entre el obeso y su médico sino entre el obeso y la sociedad y también tiene relación con la Administración y con la industria.

- ¿Por qué con la industria?

-Porque por hacer negocio, no tiene por qué producir productos que sean tóxicos para la humanidad. Tendrán que hacer como con el tabaco, que todos sabemos que tiene mucho que ver con el cáncer. Con el tabaco se tomaron medidas importantes, pues en este momento, la obesidad tiene la misma importancia para el cáncer que el tabaco. En este trabajo, el 55% de las mujeres que tiene cáncer son obesas y el 23% de los hombres que tienen cáncer son obesos, por lo tanto, tenemos que empezar a combatir esa asociación. Igual que no se dejan poner anuncios de tabaco, habrá que prohibir los de comidas y bebidas que tienen mucho azúcar o grasas malas, como el aceite de palma.

- ¿La lucha contra la obesidad requiere, entonces, un cambio estructural más que el compromiso de la persona para conseguir bajar de peso?

-Claro, las autoridades tienen que facilitar lugares en los que uno pueda correr y andar, que haya gimnasios, piscinas y profesores que nos enseñen a hacer ejercicio y la Administración tendrá que controlar a todas estas industrias que hacen alimentos que no son adecuados y recortarles las producciones para que pasen a hacer otras más saludables. El obeso tiene que aprender a comer mejor y tener una actividad adecuada, pero en una casa, no puede una persona estar haciendo una dieta restrictiva y, a su lado, en la mesa, tener a otra comiéndose un chuletón, porque eso no ayuda. Otro tema es el sanitario, porque la Seguridad Social no paga los tratamientos para adelgazar y eso que hay médicos con suficiente autoridad para saber a quién deben ayudar, ¿por qué se castiga al obeso y no se hace caso al médico para poder recetar algunas cosas que le pueden ayudar a adelgazar?

- Siempre se dice que no hay fórmulas mágicas para bajar de peso, pero todos los años aparecen dietas milagro.

-A pesar de que no hay médicos ni medicamentos milagrosos, siempre podemos adaptarnos a vivir de una manera más sana. Nosotros somos casi iguales al hombre de Cromañón y al Homo sapiens, genéticamente no hay diferencia, pero ellos, para comer, tenían que sudar, cazar y plantar. Ahora no hace falta nada de eso. Somos los mismos, comemos más y tenemos mecanismos que saben aprovechar mejor la comida, la consecuencia es que nos hemos equivocado. Tenemos que cambiar y volver a la vida que hacían aquellas personas. No vamos a matar mamuts, pero podemos recorrer el paseo marítimo aunque no sea para cazar presas para comer. Tenemos que aprender a vivir con lo que necesitamos y, aunque podamos coger cuatro pollos en el supermercados, llevarnos solo medio, que es lo que nos hace falta y lo que nos enseñan los antiguos. Hay que saber prescindir también de cosas, porque no toda la comida es para todos, igual que los yates, aunque a todos nos gusten.

- En la ciudad, ¿se nota el incremento de población obesa o todavía no?

-En los estudios que teníamos en el año 2000, había un 14% de gallegos obesos, en un trabajo que hice yo estudiando a todos los trabajadores de los hospitales de Galicia me encontré con que en 2002, la cifra subía al 17%. En 2005 y 2007 la obesidad estaba en un 22%. De las cuatro provincias, A Coruña es la que tiene mayor índice de obesidad con un 27% y Lugo, la que menos. La media es de un 22%.