Con 3 años de historia, la librería Moito Conto es una de las más optimistas. Su encargada, Esther Gómez, asegura que las librerías se encuentran en "mejor estado de salud que hace unos años", en el que las nuevas tecnologías no han logrado hacer apenas mella. Ni el consumo online ni los libros electrónicos suponen para Gómez un gran obstáculo para la compra en tienda de relatos en papel, que ofrecen para ella una experiencia totalmente distinta a la de una pantalla. "Un ebook no es un libro, hay que ser realista. Es como vivir la emoción de una montaña rusa en una pantalla en lugar de subirte a la atracción de verdad", dice la librera, que afirma que "la fatiga tecnológica se está manifestando", y provoca que "la gente se refugie en los libros en papel".

La falta de lectores y de "políticas que fomenten la lectura" sí son para la responsable de Moito Conto dos problemas a encarar, a los que se suman las "generaciones que no han crecido con amor a los libros" por las lecturas obligadas en los centros escolares y la escasez de apoyo económico por parte de las instituciones. "No hay ayudas de ningún tipo para las librerías. La cultura tiene que estar dentro de las prioridades de un país, pero si tenemos dirigentes que no leen...", reflexiona la librera.

La solución al panorama no pasa, advierte, por la bajada del precio de los libros. Las librerías deben en cambio profesionalizarse y reforzar el trato personal de los vendedores frente a las multinacionales, de forma que funcionen bajo el criterio de la "calidad" en lugar del "comercial". Desde Moito Conto, Gómez intenta también hacer de su negocio un "espacio inclusivo y no solo para culturetas", preparando todo tipo de charlas y actividades. Todo ello es lo que les hace estar "en crecimiento" y esperar, como espera la encargada, "un futuro fantástico, lleno de trabajo y de libros que llenen a la gente de ilusión".