Incluso en las situaciones más farragosas, hay quien se atreve a probar suerte. Eso es lo que le ocurrió a A Carapuchiña Feroz, que nacía hace menos de un mes en el número 12 de la calle Fanny Garrido. Aún a sabiendas de que el panorama estaba "complicado", su responsable, Eli Monteagudo, decidió embarcarse en el mundo literario, apostando, eso sí, por uno de los públicos más seguros, el de los niños. "El libro infantil es el que tiene más ventas. El juvenil, a no ser que sea por prescripción, casi no se vende", apunta la encargada. Pero, ¿qué ocurre entre la infancia y la adolescencia que hace que se pierda el espíritu lector? Monteagudo señala como responsable la precaria dinamización de la literatura en los institutos, en los que "la lectura se acaba viendo como una obligación" debido a las obras recomendadas.

Con sus libros infantiles, A Carapuchiña Feroz se propone impulsar esa afición lo suficiente como para hacerla llegar a la madurez. Para ello, complementa las últimas novedades con actividades todos los viernes y sábados, en los que los talleres científicos se intercalan con cuentacuentos y laboratorios artísticos. "Las librerías tienen que ser un espacio de encuentro, no solo una tienda", explica la responsable del local, que recuerda la "buena acogida" que el negocio tuvo en la zona. La "atención personalizada y de confianza" es otro de los aspectos que Monteagudo resalta para sortear las dificultades del momento y hacer frente a grandes cadenas como Amazon, que "ofrecen comodidad, pero no asesoramiento". Unas armas que, espera, les ayudarán durante los siguientes años. "El futuro lo veo difícil, sin grandes éxitos, pero lo queremos encarar con ilusión", concluye.