La solicitud de trabajo a Google de un joven ingeniero, Mateo, y una anciana matemática, Olga, marca el comienzo de la nueva novela de Belén Gopegui, Quédate este día y esta noche conmigo. La obra, una reflexión sobre la libertad, el mérito y las nuevas tecnologías, la presentará la autora esta tarde a las 20.00 horas en la Fundación Luis Seoane, como parte del ciclo Letras de Outono.

- Dos personas en el arco de la vida, una a la que le queda todo por vivir y otra que ya está al final, ¿por qué quiso contraponer a dos generaciones?

-Porque no suelen aparecer juntas en los libros, excepto como relación de aprendizaje. Creo que las amistades entre personas de distintas edades tienen también un papel que cumplir en la literatura. Se aprende mucho más de quien es distinto que de quien es semejante, sin necesidad de que sea tu maestro.

- ¿Por qué escogió el marco de una solicitud de trabajo para desarrollar la historia?

-Porque una solicitud de trabajo es un documento muy literario. Es un lugar donde una persona condensa su vida y suplica que le dejen ganársela. En realidad, es casi una tragedia en sí misma. Pero mis personajes lo que hacen es romper el código al que te obliga un currículo. Intentan que no les impongan las reglas.

- ¿No deberíamos tener que ganarnos la vida ?

-No me parece que tenga sentido que alguien deba darte permiso para poder vivir y desplegar tus facultades. Es la clave del capitalismo. Radica en que las personas no pueden ser autónomas para, con su fuerza y sus capacidades, sobrevivir, sino que necesitan que haya otras que les concedan ese supuesto privilegio. Aunque tú tengas todo el talento y la capacidad, si no te contratan puedes morir de hambre. Me parece una locura.

- Ese no es el único obstáculo. Mateo señala el enfrentamiento entre el mérito y las capacidades económicas en el acceso laboral.

-Claro, porque cuando las empresas contratan a alguien en el que la familia ha podido invertir llevándole a otros países a estudiar o con profesores particulares, se ahorran ese dinero. Ya lo ha puesto la familia. Por lo tanto, les sale más barato. El problema verdadero es la igualdad. La meritocracia es falsa, nunca puede primar solo el mérito en una sociedad como la nuestra.

- La tecnología es otra de las cuestiones que trata. ¿Qué se ha perdido en ese camino en el que parecía que acabaría marcando una diferencia social importante?

-Lo que sucedió es que cuando surge algo nuevo, surge de forma más libre hasta que el capital llega y lo coloniza, que es lo que ha ocurrido con la red. Al principio todo estaba comenzando y el capital no sabía cómo extraer beneficio. Parecía que era un terreno que nos iba a proporcionar nuevas capacidades. Pero enseguida la publicidad volvió a invadirlo todo. Recuerdo que había un movimiento que decía "Internet no será otra televisión". Bueno, se ha convertido en otra.

- Del robo de datos que sufrimos en internet somos conscientes, pero parece que es un tema que no queremos afrontar...

-Creo que no disponemos de las condiciones que nos permitan afrontarlo. Para trabajar y relacionarte, necesitas servicios de correo electrónico, redes sociales? Y hay un monopolio. No se trata de que no quieras dar tus datos, se trata de que tengas la posibilidad de utilizar servicios que no te los roben.

- Pero usted no rechaza las tecnologías, ¿le preocupó que se la malinterpretase?

-No, pero algunos críticos lo han leído así porque, muchas veces, las personas leemos ya con una plantilla de lo que tenemos. Si tu plantilla es que hay que oponer el humanismo a la tecnología, lo aplicas sobre cualquier texto. Yo no creo eso. Los barcos, las gafas? fueron tecnologías que no nos provocaron desdichas. El problema no es la tecnología, el problema es lo que hacemos con aquello que somos capaces de construir.