El vecino de A Coruña que se sentó ayer en el banquillo de los acusados de la sección primera de la Audiencia aceptó ser condenado a tres años y tres meses de cárcel por cometer delitos contra la integridad moral, lesiones, detención ilegal y daños. El procesado, tras llegar a un acuerdo con las acusaciones para evitar la celebración del juicio, admitió haber agredido a su compañera sentimental y a la hija de ella, menor de edad, y haberlas sometido "a un maltrato emocional y psicológico, con la finalidad de imponer su voluntad". El imputado reanudó a principios de enero de 2016 la relación sentimental que había tenido con la víctima. Ambos convivían en un piso de la ciudad y, "prácticamente desde el principio", según reconoció el acusado, la sometió a "comportamientos violentos".

En verano de 2016 la hija de la denunciante, cuya tutela en la actualidad la tiene la Xunta, se fue a vivir con ellos. "El imputado no dudó en tener conductas destructivas en el hogar, insultos, vejaciones, intimidaciones y utilizó el aislamiento como medio para someterlas a sus criterios y para reforzar el dominio sobre ambas", relata el fiscal en su escrito, con el que ayer se mostró conforme el sospechoso. En una ocasión arrastró a su pareja por el suelo de la vivienda y propinó una bofetada a la niña. El 1 de noviembre de 2016, durante una discusión telefónica, la mujer le pidió que no volviese al inmueble. El condenado, sin embargo, se presentó en el piso y su pareja le abrió la puerta debido al "escándalo" que formaba. Nada más entrar, le propinó un golpe en la cabeza y la arrastró hacia la terraza, donde hizo ademán de tirarla al vacío. A continuación, la llevó al dormitorio, la tiró en la cama y cerró la puerta de la calle para impedir que abandonara el piso. "Para asegurar su intención de retenerla, le quitó las llaves y el teléfono móvil, que luego rompió", relata la Fiscalía en su informe, con el que el acusado se mostró de acuerdo.

Al llegar la menor a la vivienda, sobre las 12.15 horas, el imputado le abrió la puerta, lo que aprovechó la mujer para huir. El procesado la siguió y la alcanzó en la calle, donde, en presencia de la niña, la sujetó del pelo y le propinó dos puñetazos y una patada, lo que provocó que se cayese al suelo. Una tercera persona acudió en auxilio de la víctima, por lo que el sentenciado dejó de golpearla. La afectada tuvo que ser atendida en un centro médico y tardó en curar de las heridas diez días. Como consecuencia del maltrato físico y psicológico, la mujer sufre una sintomatología depresiva.

El imputado, además de a tres años y tres meses de prisión, fue sentenciado a cien días de trabajos en beneficio de la comunidad y a abonar una indemnización a la denunciante de 3.000 euros. El tribunal también le impuso la prohibición de comunicarse y acercarse a las víctimas durante siete años y cinco años de privación del derecho a la tenencia y porte de armas. El sospechoso ya había sido condenado "en numerosas ocasiones", según destaca el fiscal, por delitos contra la propiedad y contra la integridad física, así como por un delito de coacciones en el ámbito familiar, pero ninguno de ellos fue computable a efectos de reincidencia.