El programa Cooperación Expandida, organizado por el Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional (Igadi), llega a su fin con el desarrollo de cinco microproyectos que invitan a los coruñeses a reflexionar y acercarse de manera práctica a la agenda internacional de Naciones Unidas. "Se busca contagiar ese espíritu y sensibilizar a la gente. Todos podemos formar parte de la cooperación", explica una de las responsables de Cooperación Expandida, Mari Armesto.

Después de tres meses de formación y trabajo, los participantes de esta iniciativa presentan sus proyectos hasta el próximo miércoles. En estas ideas hay sitio para el deporte, la economía, la cultura y los asuntos sociales. Todo con el fin de ayudar, en el día a día y desde el ámbito local. "Luego dependerá de los grupos de trabajo si los proyectos se materializan. Buscarán financiación a través de subvenciones o crowfunding", detalla.

El vínculo con el Sáhara. Irmandamento deportivo A Coruña-Sáhara fue el encargado de abrir la fase final de este proyecto. La presentación se realizaró ayer, viernes, en el centro cívico de la Ciudad Vieja, a las 19.30 horas. La idea nace con el objetivo de "involucrar el deporte de la ciudad en la denuncia de la situación de millones de personas refugiadas", según indica Mari Armesto. Aprovechando el vínculo existente entre A Coruña y Sáhara, el equipo de deportes de Cooperación Expandida busca reforzar esos lazos de unión y crear un canal de reflexión sobre las responsabilidades políticas de España en la cuestión saharaui.

Migraciones internacionales. Coincidiendo con el Día Internacional del Migrante, el 18 de diciembre, verá la luz Un día desde el otro lado. Este microproyecto quiere mejorar la comprensión entre trabajadores y usuarios de espacios de servicios sociales que atienden a personas en situaciones de vulnerabilidad. En particular, se centran en el aumento de las personas migrantes. "Lugares como la Cocina Económica y los centros de acogida son escenario de convivencia multicultural que deben tener presente las nuevas realidades desde diferentes puntos de vista", señala la responsable de Cooperación Expandida.

Voluntariado. Simbiose es una plataforma local para voluntarios. Se trata de un portal virtual en el que además de formación habrá actividades públicas. "Se pretende construir un espacio que facilite a la ciudadanía la posibilidad de informarse y participar en diferentes acciones de voluntariado que puedan plantearse en la ciudad", comenta Armesto. La plataforma servirá además de recurso para que las entidades sociales encuentren un "lugar común donde visibilizar su trabajo y ofertar el voluntariado que necesiten". Esta idea será explicada también el 18 de diciembre en la Fundación Paideia, junto con Un día desde el otro lado.

Cultura contra la desigualdad. El arte y la cultura serán herramientas para incentivar en A Coruña la reflexión y la concienciación sobre construcción social de género, así como de las consecuencias de la injusticia. Ese es el motor del microproyecto Dxenerada, cuya presentación será el 19 de diciembre en la Librería Fiandón a las 19.00 horas. "La idea es reflexionar, aprender y desaprender", expone. Este grupo de trabajo intenta que las relaciones se desarrollen de manera respetuosa y digna, también que todos asuman las diferentes identidades sexuales y de género. "Repensamos individual y colectivamente vías y caminos que apuesten por una sociedad igualitaria", manifiesta. Foros de diálogo, intervenciones en la calle y acciones en colegios e institutos son algunas de las actividades que propone este plan.

El ecofeminismo. Lóxica, el último de los proyectos que se hará público el 20 de diciembre en el centro empresarial Papagayo a partir de las 19.30 horas, está dirigido al ámbito económico-empresarial de la ciudad y su área metropolitana. Busca compartir la perspectiva ecofeminista, que reúne reflexiones filosóficas y luchas políticas de mujeres que tienen en común la defensa de la vida humana y del medio natural. "Hay que transitar hacia un mundo más justo y sostenible", defiende Mari Armesto. Esta idea surge tras el análisis de la economía convencional, que no dispone de herramientas para medir el deterioro ambiental y social.