Se reencontraron en 2012, y desde entonces no han parado de tocar. Los Enemigos, banda mítica de los 90, regresa esta noche a la ciudad para presentar su primer disco tras su separación, Vida inteligente, que interpretará en el Playa Club a partir de las 22.30 horas.

- Empezaron con un bolo y han acabado con un regreso de ya cinco años.

-La idea era hacer un concierto, pero nos hemos encontrado a gusto y hemos tirado para delante.

- Se separaron porque habían "agotado el territorio musical" que compartían?

-Eso es un eufemismo, nos separamos por un montón de cosas. Básicamente estábamos cansados los unos de los otros, aburridos. Y sin ilusión no tenía sentido hacer música. Ahora hemos aparcado nuestras diferencias.

- ¿Cómo fue volver a grabar?

-(Duda) Fue muy raro. Creo que ninguno se hubiera imaginado esto. Te ibas a casa pellizcándote, diciendo: '¿Esto está pasando? ¿Qué hago yo con estos aquí todavía, no lo habíamos dejado?' (se ríe).

- Chema Pérez dijo que era uno de sus mejores discos.

-Pienso que está a la altura. El reto era no bajar el listón y, de hecho, creo que llevamos 4 canciones que se han quedado pegadas al repertorio. Eso es significativo. Las canciones daban la talla y nos lanzamos a la piscina.

- ¿Qué diferencia hay entre Los Enemigos de 2002 y los de ahora?

-Tenemos más experiencia. Un grupo de rock es un mundo muy endogámico, y llega un momento en el que se estanca y no se aprende. Después de haber estado trabajando con otros músicos, te encuentras con unos compañeros mucho más maduros y rodados.

- Ahora compagina el grupo con su proyecto en solitario. ¿Le ve futuro?

-Le veo presente, que ya es bastante [se ríe]. De momento lo estoy compaginando bien.

- Lo digo porque muchas de las canciones de Vida Inteligente estaban destinadas a Transilvania , que tardó tres años más en salir.

- Transilvania todavía no era Transilvania. Cuando decidimos que merecía la pena grabar como Los Enemigos, me pilló con un fondo de armario para un hipotético quinto disco en solitario. Tuve que empezar de cero con él, pero mereció la pena.

- En uno y en otro, sus canciones siempre son disconformes.

-Es que va casi todo mal. Abres un periódico y flipas, no puede salir un disco para tirar cohetes. Tampoco he tenido nunca un discurso muy optimista, yo me voy fijando en lo que chirría.

- ¿Qué chirría?

-Sobre todo la crisis medioambiental, ante la que nadie hace nada. Estamos rodeados de cortinas de humo. Lo único que importa son el dinero, las banderas, las patrias?

- Desde sus inicios, Los Enemigos se caracterizaron por no encajar. ¿Ser diferentes fue la clave?

-Es posible pero, por otro lado, también era una dificultad. Los festivales eran mucho más monotemáticos y no nos llamaban porque no encajábamos en ninguno. Luego las corrientes se esfuman. Nuestras canciones no están asociadas a ningún tipo de movimiento, así que las puede entender cualquiera, en cualquier momento y en cualquier lugar. El tiempo las trata bien.

- ¿Es un buen momento para el rock, entonces?

-No, no es un buen momento ni para el rock ni para nada asociado a la cultura. Es un momento nefasto, de hecho. Tienes que pagar un 21% de IVA, las salas te cobran por actuar en ellas, Montoro nos persigue con saña? La derecha tiene algo con la cultura que ya es personal, y mucha gente se ha tenido que bajar del carro. Intentar vivir de esto es imposible.