Nací en la calle Santander, donde vivían mis padres, Raúl y Evangelina, de quienes fui hijo único. Mis padres trabajaban en el campo en Guitiriz y poco antes de que yo naciera él entró en la Renfe y empezó a trabajar en la Estación del Norte y, después del incendio que la destruyó, pasó al parque móvil de la de San Cristóbal, donde hizo el resto de su vida laboral.

La pandilla más importante que tuve en mi niñez estuvo formada por los hermanos Touriño, Mari Loli, Carlos Moltó, Gerardo, Ángel, Isabel, Dadito, Palmira, Gelines, Eusebio, Manel y Fernando Eiroa. Todos ellos eran de las calles Francisco Catoira y Mariana Pineda y eran con los que solía jugar en el campo de la Peña, la explanada de la Estación del Norte, el campo de la fábrica de enlatados de sardinas, donde tras su desaparición se abrió la actual avenida de A Sardiñeira. También jugábamos en la zona de los depósitos de descarga de la estación de San Cristóbal y en el pinar donde estuvo la fábrica de Ángel Senra. donde todas las madres del barrio llevaban a sus hijos.

Nosotros íbamos a columpiarnos con los postes de teléfonos que dejaban en esa zona a secar después de que les echaran brea y jugábamos a ver quien aguantaba más sin caerse. En aquellos años no hacíamos distinciones de sexos al jugar, ya que lo mismo lo hacíamos todos a la mariola que a la cuerda, el escondite o las canicas.

Uno de los recuerdos de mi infancia es cuando uno de los pocos camiones que había en mi barrio se fue marcha atrás cuando estábamos jugando en Francisco Catoira y atropelló a nuestro amigo Juan José, quien murió en el acto, lo que nos dejó una gran huella para toda la vida.

Mi primer colegio fue el de la parroquia de San Rosendo, donde estuve cuatro años y del que pasé al Concepción Arenal hasta que entré en el Instituto Masculino, donde hice el bachiller. Luego estudié Magisterio y al terminar la carrera empecé a trabajar en varias academias hasta que fui a la mili, que hice en esta ciudad. Al terminarla entré en el colegio Calasanz, donde desarrollé el resto de mi carrera laboral.

En mi juventud cambié de pandilla y formé con unos amigos el grupo musical Los Rebeldes, aunque no teníamos ni guitarras eléctricas ni baterías, que nos prestaban otros amigos que tenían el grupo Los Mitos. Nuestra primera actuación fue en el concurso Desfile de Estrellas, que se hacía en el cine Alfonso Molina, además de en festivales que se organizaban en colegios como los Salesianos, Dominicos y Compañía de María y en el programa de Radio Juventud La ballena alegre.

Fue una época muy bonita en la que tuve como amigos a Tonecho, Tito, Lorenzo, Pepe el vasco y Adriano. Aunque la música nos robaba mucho tiempo por los ensayos que hacíamos en casa de Cachafeiro, el batería de Los Mitos, también salíamos a divertirnos por los Cantones, la calle Real y las de los vinos, donde nuestro punto de reunión era el bar La Tacita de Oro, donde también paraban casi todos los grupos musicales de la ciudad. Cuando salíamos de A Coruña era para ir a bailes como los de Sada, Betanzos y Carballo, en principio en el tranvía o el trolebús y luego en el coche del padre de nuestro amigo Tonecho, en el que nos metíamos todos los que podíamos para ahorrarnos el precio del transporte. Me casé con una chica de la Ciudad Vieja llamada Pili, a quien conocí con mi pandilla en las calles de los vinos. Tenemos dos hijas, llamadas María y Alba, además de un nieto llamado Joao. En la actualidad sigo tocando la guitarra y ensayando con mis amigos de siempre, a lo que uno los viajes con mi mujer siempre que podemos y el disfrutar de nuestro nieto.