Ya antes de la última reforma que realizó el Ayuntamiento hace años, la plaza de Pontevedra era un lugar de reunión habitual de los aficionados a los monopatines, que aprovechan cualquier elemento de este espacio para demostrar sus habilidades. Pero para algunos de ellos, la presencia de otras personas en la plaza les resulta indiferente, ya que saltan sobre los bancos a pesar de que haya alguien sentado en ellos y a muy corta distancia, dándoles más de un sobresalto.