La psicóloga clínica de la Asociación Ciudadana de Lucha contra la Droga (Aclad), Maite Lage, alerta del gran número de menores y de adultos coruñeses que reciben imágenes y vídeos con contenido sexual y violento en sus dispositivos móviles. Asegura que la única manera de prevenir el abuso de las nuevas tecnologías está en la información, en el conocimiento y el acompañamiento. Es por ello por lo que la entidad realizó durante el año pasado jornadas formativas para la prevención de la adicción digital, tanto en centros cívicos como en entidades de padres y continuará este año con el mismo ejercicio.centros cívicos

- Uno de cada tres menores coruñeses recibe imágenes de contenido sexual en sus móviles, ¿es un dato preocupante o todavía no?

-Es un dato preocupante porque estas imágenes llegan tanto a jóvenes como a adultos. Lo que percibimos en los talleres es que los menores no lo ven como algo malo, es algo que, entre ellos, está de moda. Ven normal hacerse una foto con poca ropa o enseñando algo. Nosotros les explicamos el concepto de sexting -enviar mensajes con contenido sexual a través de dispositivos móviles- porque ellos no sabían qué era. No veían el fondo peligroso que nosotros les mostramos.

- ¿Y cómo puede evitar el entorno de los menores que se vean inmersos en un caso de sexting?

-Informando y conociendo las consecuencias, que ellos sepan, por ejemplo, que si mandan una foto o un vídeo, en ese mismo momento, pierden el control. Si se la mandan a su pareja y, después, lo dejan, esa foto se puede enviar a otras muchas personas y se pueden encontrar con que esa foto o ese vídeo lo tiene un montón de gente, con todo lo que eso tiene detrás. Les comentamos el caso que hubo en un colegio de A Coruña, para que ellos sepan qué pasa. O con el Instagram, porque a veces aceptan a personas que ni siquiera conocen y esa gente ve fotos de ellos.

- Y casi la mitad de los menores que asistieron a sus cursos el año pasado recibió contenidos violentos, que se suman a los sexuales...

-Sí, pero ahí sí que tienen mayor percepción de lo que hay. Eso de juntarse para enfrentarse y grabarlo, lo ven normal, aunque lo hacen sabiendo lo que es, sabiendo que lo graban para verlo después y para compartirlo.

- ¿Cómo afecta la irrupción de las redes sociales y de las nuevas tecnologías en el desarrollo de estos jóvenes?

-Hablamos del mal uso. Yo lo que les explico es que, si yo tengo un problema con una persona y lo hablo con ella, es un problema entre dos, pero si lo hago vía grupo, se transmite y ya no es algo que se pueda solucionar de tú a tú. Lo importante es aprender a utilizar las redes sociales de una manera razonable, pero es un problema de los jóvenes y también de los adultos, porque no todos las saben utilizar.

- ¿Son los padres un mal espejo en el que mirarse en este caso?

-Sí, en muchos casos es así. Nosotros les explicamos qué es la identidad digital. En el momento en el que empiezas a utilizar las redes sociales o cuando pones cosas de ti en internet, eso queda ahí para siempre. Muchas veces, lo que vemos es que son los propios padres los que han empezado a poner comentarios o fotos de sus hijos. Esa identidad digital ya empieza antes de que ellos sepan utilizar las redes sociales. Hay que tener mucho cuidado con lo que se pone y lo que se dice en internet, porque eso queda ahí para siempre. Hay que saber cómo hacer privadas nuestras redes.

- ¿Cómo se puede detectar que alguien está teniendo un problema con el uso de internet y que está pasando ya al abuso?

-El primer síntoma es que dejan de hacer cosas que les gustaban, como quedar con sus compañeros o hacer deporte, hablan de sus amigos virtuales y ya no se relacionan con los demás. Hay una bajada en las notas porque dejan de prestar atención a los estudios.

- Hay padres que, cuando los n iños son pequeños les ponen vídeos a los niños en el móvil para que estén tranquilos y no lloren, ¿puede ese comportamiento crear en los menores una relación equívoca con las nuevas tecnologías?

-Sí, porque pueden entender el ocio con internet. Pueden entender que la diversión es solo conectarse a internet y, sin quererlo, no les enseñamos a divertirse de otra manera. Si se aburren, pueden ponerse a jugar en línea con gente a la que conocen y, si antes pedían permiso para ir a la calle, ahora, para conectarse a internet, porque es como se divierten.

- ¿Notan que la receptividad a sus clases de prevención es buena o consideran que no cala el mensaje entre los asistentes?

-Es buena, aunque vienen más madres que padres y, entre los grupos, hay diferencia en las edades de los menores, los grupos de once a trece años son más receptivos que los que tienen de catorce a 18. A los quince años se discuten más las normas y, por eso, acuden menos a las jornadas y creen que lo saben todo, así que, no ven la necesidad de asistir a las sesiones. Intentaremos cambiarlo.

- ¿Y este mal uso de internet puede derivar en problemas mayores o en otras adicciones?

-No tengo muy clara esa relación, pero sí que he visto que jóvenes con otro tipo de problemas, después, abusan de internet. Muchos jóvenes, además de fumar cannabis, apuestan por internet o juegan mucho online. El detonante de estas jornadas fue porque muchos de nuestros usuarios tenían este problema con el abuso de internet.

- ¿Hay alguna clave para prevenir?

-Saber lo que hay, saber protegerse y saber utilizarlo de manera responsable.

- Los niños empiezan a pedir un móvil sobre los diez o los once años, ¿a qué edad es adecuado que lo tengan?

-No es cuestión de edad sino de madurez y de responsabilidad de la familia. No pasa nada por que tengan móvil con diez años, pero si saben para qué lo llevan, por ejemplo, para avisar de que salen del colegio. Entonces, tienen que saber que, cuando llegan a casa, queda aparcado hasta el día siguiente. No se le puede dejar para que hagan lo que quieran. La familia tiene que enseñarle a utilizarlo y para qué lo necesita.