Son gestos minúsculos. Quizás imperceptibles. Pero revolucionarios. Parte de esa revolución de los Nadie que un día bautizó Eduardo Galeano. "Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo". A Coruña, sus gentes, también forman parte de esta revolución por hacer de este planeta un lugar mejor.

La Escuela CoruñaEscuela Coruña, fundada hace más de quince años por la ONG Ecodesarrollo Gaia en la localidad pesquera de Yoff, a las afueras de Dakar, es el buque insignia de la cooperación nacida en A Coruña: un centro en el que se educa a los jóvenes y se ofrece asistencia sanitaria integral, pero que sobre todo lleva dos décadas intentando entender el entorno que les rodea para después ayudar a transformarlo: en un pueblo de pescadores, el mundo sólo puede mejorar si la pesca es un negocio sostenible.

Esta apuesta por el desarrollo social liderado por las propias comunidades locales, opuesto al asistencialismo que promueven algunos gigantes de la cooperación, es compartida por las entidades coruñesas consultadas.

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"Tratamos de incidir en las comunidades más vulnerables, en nuestro caso mujeres indígenas", apunta Jorge Rodríguez de ¿Por qué no?, una ONG que trabaja en Guatemala. Una incidencia que pasa invariablemente en una inversión en educación: sólo a través de la formación es posible romper el círculo de la pobreza que atrapa a menudo a las comunidades más desfavorecidas perpetuando el entorno de violencia y marginalidad que las envuelve.

Mujeres y niños, prioridades

La cooperación coruñesa tiene rostro de mujer. Y de niño. Da igual el lugar del mundo, son estos siempre los colectivos más desfavorecidos. En Semilla para el Cambio, que lleva desarrollando su labor en los slums de la Varanasi, en la India, desde 2009, centran sus esfuerzos en la escolarización: en la de los pequeños, mas también en las de muchas jóvenes que se vieron obligadas a dejar el colegio.

Este proceso de empoderamiento social va más allá de la construcción de una escuela: requiere de asistencia sanitaria, alimentos para frenar la desnutrición de sus hijos y una salida a medio plazo a través del autoempleo. Puestos en el mercado, pesca, artesanías o arreglos textiles, cualquier alternativa es buena para garantizar su independencia económica.

En Tierra de Hombres se enfocan en la salud de los menores. Su Viaje hacia la vida ofrece una salida para muchos pequeños africanos que en sus países no pueden ser tratados y que son operados en el Hospital Materno Infantil. Farmamundi mantiene un programa para la reducción de la desnutrición infantil en Guatemala, donde hay más de un millón de menores afectados.

Para que el impacto de la solidaridad dé su fruto en el tiempo es imprescindible destinar fondos a la construcción de infraestructuras, habitualmente una de las tareas más costosas y a la que se dedican entidades como Arquitectura Sen Fronteiras. Desde 2008 trabajan en Guatemala para mejorar la habitabilidad de las comunidades indígenas de Retalhuleu.

En Honduras, en el entorno del golfo de Fonseca, Enxeñería Sen Fronteiras se encarga de la mejora de las infraestructuras hídricas de la zona, así como de un programa de agricultura familiar con el que garantizar la soberanía alimentaria de las comunidades más desfavorecidas.

La Asamblea de Cooperación pola Paz (ACPP) mantiene un proyecto en El Salvador para incrementar la capacidad productiva de pescadores y cooperativas acuícolas, al tiempo que se reduce el impacto medioambiental en la zona.

La paz en Colombia

La evolución de los conflictos en el mundo también marca las inversiones de las entidades coruñesas. La Asociación Integral de Rescate en Emergencias (AIRE) se ha desplazado a la región italiana de Ventimiglia para asistir a los refugiados en tránsito que quieren seguir su rumbo hacia el norte de Europa. Al otro lado del mundo, en Colombia, Cooperación pola Paz se centra en la restitución de tierras, un elemento imprescindible para lograr que la paz tenga una conjugación duradera.