- ¿Qué expondrá en las jornadas sobre participación juvenil organizadas por el Concello y que arrancan a las 10.00 horas?

-Voy a contar el proyecto de Zaragoza, que coordino por parte municipal, soy técnico municipal. La Harinera es un espacio público gestionado de manera comunitaria a través de una asamblea en la que participamos en condiciones de igualdad la institución, el tejido vecinal del barrio de San José, que es donde se sitúa, y todos los agentes culturales, sociales y vecinales de la ciudad que han querido involucrarse en él, que son unos 50, que se hacen llamar Colectivo Llámalo H. Voy a contar cómo empezamos el proceso en 2014 y cómo ha funcionado el espacio desde su apertura en 2016 hasta la fecha. Nos ha convertido en un modelo diferente de gestión de lo público.

- ¿Qué lo diferencia de otros espacios culturales, aparte del tipo de gestión?

-Principalmente, es ese modelo de gestión, cuyo trasfondo es el hecho de que estamos intentando garantizar el derecho de acceso a la cultura del que habla la Constitución en toda su amplitud, es decir que la ciudadanía no solo pueda consumir cultura, sino que pueda producir y validar su propia cultura. En este caso, a través de asambleas en las que todas las decisiones relativas al equipamiento se toman en el marco de esa comunidad. Estamos permitiendo que la gente participe de manera real y generando un modo de transformación del entorno a través de la cultura que difiere de lo que viene siendo cultura institucional habitualmente.

- ¿Qué actividades se suelen realizar en el centro?

-Es un espacio que está pensado no como de exhibición, sino de producción, en el que la gente pueda mancharse las manos, que es una frase que nos gusta mucho emplear. Ponemos mucho empeño en que las actividades tengan algún factor diferencial, que ofrezcan algo nuevo. A partir de ahí, tenemos una programación de lo más heterogénea: talleres de reciclaje creativo y autoconstrucción, talleres de grabado... hay de todo perfil. El objetivo es que sean accesibles, que la gente experimente el hecho cultural y que sirvan para crear comunidad. Talleres de teatro o de música comunitaria, que no ponen tanto el foco en aprender música o teatro, sino en que a través de la práctica artística se genere comunidad.

- ¿Qué les diría a los okupas que se oponen a que en la Comandancia de Obras el Concello desarrolle un proyecto similar al de Zaragoza?

-Más que lo que les podría decir, pondría el foco en otros espacios de autogestión [espacios okupados]. Diría que lo que reivindican a los ayuntamientos es que esos espacios se rehabiliten y se activen en base a modelos de participación real en los que esa gente pueda seguir participando en la toma de decisiones. Yo valoro este tipo de espacios autogestionados [refiriéndose a okupados] en la medida en que estamos hablando de gente que está dedicando su tiempo y su esfuerzo para que la ciudad sea mejor y tenga una oferta cultural más variada. Entiendo que el proyecto de A Maestranza se plantea para que esa gestión sea compartida y esa gente que está en ese espacio pueda seguir definiendo su uso y yo creo que aprovecharía esa oportunidad.

- ¿Cuántos usuarios tiene el centro de Zaragoza?

-La comunidad que participa en la gestión ahora mismo somos algo más de 50 personas, pero usuarios, pasaron entorno a 15.000 personas. Aunque nosotros no somos muy partidarios de los datos cuantitativos, no es tan relevante cuánta gente pasa por el espacio como qué recibe cuando pasa por allí. Nosotros estamos trabajando una encuesta emocional en la que intentamos que la gente nos cuente datos como si su día ha mejorado gracias al espacio, si se ha reído, si ha conocido a personas nuevas... al final la experiencia cultural no es tanto cuánta gente asiste a ella como qué nos aporta. Si valoramos la experiencia cultural por la cantidad de gente, David Bisbal sería el mejor gestor cultural de este país.

- ¿Qué carencias tiene la juventud en cuanto al ocio?

-Hay dificultad de lenguaje a la hora de saber dialogar con ellos. Es uno de los sectores de la ciudadanía que más cuesta implicar. Ahora en Harinera estamos trabajando en un taller de rap que ha conseguido interesar a gente adolescente y joven del barrio de San José. Están empezando ellos por su cuenta a venir a Harinera fuera del taller a construir su cultura. Hay que dejar que produzcan su propia cultura, que quizá no entendamos.

- ¿Por qué políticas hay que apostar?

-Muchas veces se polariza cultura comunitaria o la vieja cultura. Las políticas culturales tienen que ser del bien común, pero hay que pormenorizar, determinados espacios tienen que ser de injerencia -espacios formativos, conservatorios, etcétera- y otros de participación.