Las colas del 7 de enero ya no son lo que eran. Dejaron de serlo en 2013, cuando entró en vigor la liberalización de las rebajas. En plena crisis económica, el Gobierno central autorizó a las superficies comerciales a poner en marcha periodos de descuentos cuando lo considerasen oportuno.

Cinco años después, las asociaciones de pequeños comerciantes han vuelto a alzar la voz contra esta polémica liberalización. "Nosotros nunca hemos estado de acuerdo. Se ha desvirtuado el sentido de las rebajas y además se nos trolea como consumidores", asegura Tonecho Amor, presidente del área comercial Obelisco.

El sector minorista ve con buenos ojos la vuelta al sistema anterior, con dos periodos fijos de rebajas, uno en verano y otro en invierno. En Baleares, el Parlamento ha remitido al Congreso una proposición no de ley para reinstaurar este modelo, pero el Ejecutivo de Mariano Rajoy la ha rechazado alegando que la liberalización de los descuentos ha sido positiva para la economía.

"Para las grandes superficies", matiza José Manuel Castro, presidente de la asociación de comerciantes de la calle Barcelona. Para las tiendas de barrio este modelo ha resultado devastador.

Las ventas del comercio del proximidad descendieron el pasado diciembre un 1,6% en el conjunto del Estado, mientras que las grandes cadenas registraron un crecimiento del 5,4%

"Se han cargado el pequeño comercio", sentencia Belén Chaver, presidenta de la asociación de comerciantes del distrito Picasso.

Antes incluso de la liberalización de los periodos de descuentos, los gigantes del sector recurrían con frecuencia a campañas y jornadas con precios reducidos, una estrategia de "rebajas encubiertas" con la que las establecimientos de barrio difícilmente podían competir. "Estamos en desventaja respecto a las grandes superficies", señala Castro, quien aboga por recuperar los periodos fijos de rebajas: "Con la situación anterior por lo menos todos jugábamos con las mismas armas".

En el horizonte asoma además un nuevo enemigo, el Black Friday, una tradición importada de Estados Unidos que cada noviembre cuenta con más adeptos en España. "Es el último disparate, el remate para las tiendas", subraya Chaver. "El año que viene -continúa- ya no comprará nadie en octubre. Haces un hábito de compras y después ya no hay forma".