La presidenta de la Asociación de Ayuda a Familias de Drogodependientes (Adafad), María José Lamas, apuesta por la comunicación y la atención a los cambios de hábitos en los jóvenes para saber si se están iniciando en las drogas. Asegura que, como de tantas otras cosas, de ese mundo también se sale, aunque es preferible no entrar.

- ¿Las drogas son solo cosa de jóvenes o atienden también a usuarios adultos?

-Nosotros trabajamos con familiares, así que, la media de edad es de unos cuarenta años, eso quiere decir que hay familias que vienen con adolescentes y otras con hijos de hasta cincuenta años, con consumos que van desde alcohol y cannabis hasta de heroína, fundamentalmente, de alcohol, porros y cocaína.

- ¿Cuál es la edad media en la que se empieza a consumir?

-Desde los doce, trece años. El consumo empieza con las drogas legales, con alcohol y tabaco, y, después, vienen otro tipo de sustancias. Es por ello por lo que nosotros hacemos un trabajo especial en la prevención del consumo de alcohol y tenemos un programa también de sustitución de sanciones con el Concello de A Coruña para que los menores puedan "pagar" sus multas acudiendo a talleres de prevención.

- ¿Está muy extendido el consumo de alcohol, tabaco y drogas en menores?

-Sí, pero la percepción de riesgo con el consumo de tabaco es mayor en gente joven, que el de los porros.

- ¿Por qué?

-Supongo que la prevención haría algo, también la ley que prohíbe fumar en los locales cerrados y hay un cierto grado de normalización social del consumo de cannabis.

- ¿Cuándo dan el salto a otras drogas, como cocaína y pastillas?

-Hay jóvenes que hacen una experimentación y se acabó y otros, por las circunstancias que sean, que siguen consumiendo y, al llegar a la mayoría de edad, se pasan ya a otras sustancias. No siempre es así, hay algunos que no pasan de los porros o del alcohol, pero la mayoría de los que llegan a la heroína han hecho un recorrido que empezó por alcohol y porros.

- ¿Cómo pueden saber las familias de los jóvenes que han empezado a consumir?

-Cuando empieza a haber cambios de actitudes, cuando cambia de manera brusca la relación y la comunicación más allá de los que se producen por el desarrollo y la adolescencia. Hay que tener en cuenta también cambios en la situación económica, en lo que hace en su tiempo libre, si cambia de amigos, de horarios no solo el fin de semana sino también de lunes a viernes... Yo creo que hablar de drogas en casa es positivo, porque ayuda a conocer qué posición tienen ellos y también los padres sobre este tema.

- ¿Es más fácil que los jóvenes dejen las drogas a que lo hagan personas mayores ya con independencia económica?

-Cuanto antes empiece uno a prevenir, o a atajar el problema, mejor, para que no vaya a más.

- ¿Escuchan mucho eso de: "yo controlo"?

-Sí, pero nunca es verdad. ¿Qué controlan y hasta cuándo?, ¿qué quiere decir controlar? En las sesiones que hacemos con los jóvenes, muchos reflexionan y se dan cuenta de que no controlan, ven las cantidades que consumen, las cosas que hacen los fines de semana, que salir siempre significa consumir...

- ¿Es necesario siempre buscar ayuda de profesionales cuando se detecta un caso de consumo de drogas?

-Sí, porque las familias se encuentran desorientadas y los profesionales saben qué decisiones tomar. Además, de esto se sale. En Adafad hay un porcentaje muy alto de familias que han trabajado mucho y que han avanzado y han logrado que sus familiares dejen de consumir. Depende, por supuesto, de la implicación, pero se sale.

- ¿Este consumo tan temprano en los jóvenes por qué se da? ¿Por experimentar y no quedarse fuera del grupo?

-Es el momento de probar y de ver qué pasa, hay muchos que lo prueban y que, después, pasan de las drogas, que se quedan en un segundo o tercer plano porque tienen responsabilidades o deseos más fuertes, como estudiar, entrenar o jugar un partido.

- Esto puede darse en familias normalizadas, pero hay jóvenes que tienen un entorno muy complicado como para, además, saber decir que no a las drogas cuando se las ponen delante...

-Sí, por eso hay varios tipos de prevención. Hay familias que, dentro de sus posibilidades, trabajan para que sus menores tengan un ambiente lo más saludable posible, cuando no lo hay, hay otros estamentos que pueden ayudar, como el colegio o una asociación, entonces, vemos si pueden echar una mano.

- ¿Cómo pueden ayudar las familias a que sus menores tengan motivaciones más fuertes que probar las drogas?

-Se dice siempre, pero la comunicación es muy importante, el acompañamiento y crear un vínculo en el que se pueda hablar de todo para poder afrontar las diferentes situaciones que se presenten. Aunque hay más factores que la familia, la prevención se hace entre todos, también los amigos, el colegio, las asociaciones...

- Y los jóvenes que consumen porque no quieren ser los raros, ¿cómo pueden decir que no sin ser excluidos del grupo?

-Nosotros trabajamos mucho en centros educativos y les explicamos que hay muchas maneras de decir que no. Los hay que, por su forma de ser, pueden dar un no rotundo y no pasa nada, a otros les cuesta un poco más y dicen, pero no dicen, y no saben qué hacer... En las charlas siempre les decimos que ser diferente también está bien.

- Bueno, pero a los quince años es un drama bastante importante si el rol de diferente no es elegido sino impuesto.

-Claro, por eso les damos herramientas para afrontar ese tipo de situaciones, incluso, en determinados momentos, les aconsejamos ampliar el grupo de amistades, que no solo se muevan en un ambiente sino en varios, que vean a otras personas y hagan otras actividades, que no estén siempre los mismos siete de todos los días. Además, también están los buenos amigos, que los hay, que pueden acompañar en determinados momentos, por ejemplo, cuando se quiere decir que no. Si en un grupo de siete, dos no quieren beber o no quieren fumar, pueden presionar a los otros.