Hace una década la Xunta sancionaba a Emalcsa por embotellar agua del grifo en un almacén de contadores que no reunía las condiciones mínimas sanitarias exigidas. Las dependencias estaban ubicadas en su entonces sede central de la calle Enrique Hervada, en Cuatro Caminos. Las garrafas eran distribuidas después por edificios públicos de la ciudad, entre ellos el Ayuntamiento. La Consellería de Sanidade abrió una investigación y un expediente informativo e impuso a Emalcsa una sanción de carácter leve. La compañía dejó entonces de suministrar las garrafas a las dependencias municipales por orden del Gobierno gallego.

El agua analizada era potable y no se destinaba a la venta, pero los recipientes sí se distribuyeron por los dispensadores ubicados en dependencias municipales. Cuando las garrafas se vaciaban, Emalcsa las reutilizaba y las reemplazaba por otras que también se habían llenado en el almacén de Cuatro Caminos en el que compartían espacio con herramientas de trabajo como alicates, llaves inglesas, contadores de agua retirados de domicilios particulares, fregonas y cubos.