Combatir el acoso escolar antes incluso de que exista. Este es el reto del programa de Tutoría entre Iguales que pone en marcha estos días el colegio San Francisco Javier. Medio centenar de alumnos de 5º de la ESO ejercerán de hermanos mayores de otro medio centenar de estudiantes de tercer curso. Queremos que se "responsabilicen" como lo haría un "hermano mayor", explica Alejandra Candal, coordinadora del proyecto.

Aunque charlas y diálogos serán el primer ejercicio, el programa va mucho más allá: yincanas, sudokus... cualquier actividad que ayude a "crear un clima positivo" en el centro, añade Candal. A crear una conciencia de grupo.

"Lo que queremos es que los niños se sientan incluidos y valorados, que sientan que pertenecen a un grupo, porque todos tenemos la necesidad de que nos valoren y de pertenecer a un grupo, ya sea en casa, en clase o en el patio", explica la profesora.

Habitualmente, entradas y salidas del colegio, intercambios de clase y, sobre todo, los periodos de recreo son los momentos en los que el acoso escolar se hace presente. Pero frenarlo requiere una intervención global. Concienciar a los estudiantes de lo que es el bullying y de sus primeros pasos. "El acoso aparece, según las encuestas, a partir de 4º de la ESO, pero desde antes aparecen problemas de conducta, como meterse con otro alumno o quitarle el material", señala Candal.

Las Tutorías entre Iguales sirven para construir una atmósfera saludable en la que el apoyo del grupo impida que el acoso escolar afecte a los estudiantes del centro. Por el momento, en el San Francisco Javier no hay ningún caso, pero "esto es un trabajo preventivo", sentencia la coordinadora del proyecto.

El programa se centra en evitar pero también en entender qué lleva a un alumno a hostigar a otro. "Muchos de los problemas que surgen es porque esos niños no se sienten parte de un grupo y atacan al más débil", señala Candal. A diferencia de otras metodologías, estas Tutorías entre Iguales apuestan por una disciplina positiva que no se promueve tanto los castigos y expulsiones sino el diálogo con el alumno. "En vez de meter un concepto negativo al decirle que está haciendo algo fatal, lo que hacemos es preguntar qué es lo que le ocurre para buscar una solución", subraya la profesora.

Este centro coruñés mantiene una apuesta por la formación más allá de las horas lectivas. Los patios como espacio para aprender valores. A través de juegos tradicionales y de mesa, "buscamos la integración de alumnos que en otras actividades participan poco o nada", apunta el director, Emilio Veiga. A los patios del centro acuden también usuarios de residencias de la tercera edad que ayudan a dinamizar las actividades del recreo y crear una atmósfera donde los estudiantes se sientan seguros.