El conductor de 57 años que el 20 de mayo del año pasado arrolló y mató a un policía local de Carballo de 50 años que realizaba un control de documentación y vehículos ha sido condenado a tres años de cárcel. El procesado casi cuadruplicó la tasa permitida de alcohol, pues arrojó un resultado de 0,91 y 0,94 -lo máximo autorizado son 0,25 miligramos por litro de aire espirado-.

El titular del Juzgado de lo Penal número 3 de A Coruña atribuye el atropello a la ingesta de bebidas alcohólicas, pues aunque el imputado visualizó el dispositivo policial, "no redujo la velocidad" ni llegó a realizar "maniobra evasiva alguna, al no percatarse de la presencia del agente en la calzada". El suceso ocurrió sobre las cinco de la madrugada en el kilómetro 28 de la carretera AC-413, que une Ordes con Ponteceso, en el término municipal de Carballo.

El magistrado tuvo en cuenta a la hora de dictar la sentencia la agravante de reincidencia, pues el acusado ya había sido penado por delitos contra la seguridad vial. Además de tres años de prisión, le impuso la privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores durante cuatro años, lo que conlleva la pérdida de vigencia del carné. La aseguradora del vehículo abonó una indemnización total de 396.195 euros a la mujer, a los tres hijos, al padre, a la madre y a los dos hermanos del fallecido.

El dispositivo policial estático, del que formaban parte otros tres agentes, se hallaba "debidamente señalizado" en un tramo "recto, de buena visibilidad, en poblado, calzada seca, con el firme limpio, alumbrado público encendido y con una velocidad máxima de 50 kilómetros por hora", según el fallo judicial, que recalca que podía "ser advertido con antelación suficiente por los usuarios de la vía". Los policías llevaban, además del uniforme reglamentario, "prendas reflectantes de alta visibilidad" y portaban "linternas encendidas con conos rojos". La víctima se encontraba posicionada en el carril de sentido de circulación hacia Carballo, muy próxima a la línea del borde de la calzada, donde atendía al conductor de un vehículo que había parado para controlar su documentación. Sus otros tres compañeros también estaban con otros tres coches a los que les dieron el alto.

Todos ellos se encontraban detenidos en la zona de estacionamiento del margen de la vía. El condenado se aproximó al control tras haber ingerido alcohol, lo que afectaba "a su capacidad de atención y reacción ante acontecimientos imprevistos", según el juez, quien relata que, "debido a ese estado, y con olvido de las más elementales normas de precaución y cuidado e inobservancia de las mínimas normas de circulación diligentes, pese a visualizar el dispositivo policial, no redujo la velocidad".

Dos compañeros del fallecido trataron de alertarlo de forma verbal, llamándolo por su nombre, cuando se percataron de que el procesado, que conducía una furgoneta marca Peugeot, iba hacia él. Uno de ellos declaró en el juicio que el turismo "hacía eses y circulaba a una velocidad superior a la normal y arrimado excesivamente a la derecha".

"No tuvo tiempo suficiente para reaccionar de inmediato y lo atropelló", indica el magistrado del Juzgado de lo Penal número 3 de A Coruña. El agente recibió un impacto en el costado derecho que lo proyectó hacia delante y lo volteó por encima del vehículo policial. Después, cayó sobre el arcén. Las lesiones causadas - shock traumático, destrucción de centros vitales, traumatismo craneoencefálico severo y fractura de columna dorsal- le causaron la muerte en el acto.