Dos mitades (o dos partes) de sendos conciertos no hacen un concierto. Dividido el crítico entre dos afectos, y carente del don de la ubicuidad, hubo de asistir a una parte de cada uno de los dos actos musicales. La coincidencia en día y hora de dos de ellos no es infrecuente en nuestra ciudad. Hasta tres hubo en alguna ocasión. El Cuarteto Vera se ha formado en Estados Unidos con cuatro jóvenes, dos de los cuales (es decir, el 50% de la agrupación) además de pareja, son coruñeses: Pedro e Inés. Después de dejar constancia de su valía en esta ciudad con algunos conciertos para la memoria, fueron a perfeccionarse a los Estados Unidos; y ahora han constituido un cuarteto de arcos con una violinista cubana y un chelista neoyorquino; todos muy jóvenes y todos extraordinarios. La perfección, la adecuación estilística y el refinamiento en la articulación con que interpretaron Haydn ( Cuarteto nº 31 en Si menor, Hob. III:37) nos dejó asombrados. Sentí no poder quedarme y escuchar los cuartetos de Ravel y de Beethoven ( opus 59 nº 3, Razumovs ky). Pero podré oírlos este viernes a las 19.00 horas en la Sala de Cámara del Palacio de la Ópera, antes del concierto de la OSG. Corriendo o volando, llegué a tiempo para escuchar la segunda parte del concierto de nuestra Banda dirigida por su exdirector Andrés Valero. Nadie dudaba del aprecio de profesores y público; pero lo del concierto del domingo tuvo caracteres de apoteosis. Lamenté mucho no poder asistir a la primera parte; porque la interpretación de esa obra maestra de Darius Milhaud, El buey sobre el tejado, en una excelente transcripción de J. Cristian García, fue uno de los momentos más brillantes de la Banda coruñesa en toda su historia, Y aún habría otra sorpresa: en un acto de fraternal y recíproco reconocimiento, Andrés Valero pidió al actual director, Juanjo Ocón, que dirigiese el bis. Y bajo la batuta de éste, el preludio de El tambor de granaderos, de Chapí, el mismo con que Argenta levantaba al público europeo de sus asientos, resonó en la sala de un modo admirable. Entre ovaciones y bravos, ambos directores se fundieron en un gran abrazo. Nos tocó la lotería el año pasado con Andrés y nos ha vuelto a tocar ahora con Juanjo. Pues que dure la buena racha.