"Cuando hablo de este tipo de conciertos, lo llamo espectáculo". Así habla Rulo (Raúl Gutiérrez) de la gira acústica de El doble de tu mitad, un tour por teatros con el que el cántabro desnuda y viste con nuevos trajes los temas de su último trabajo. Junto a los miembros de La Contrabanda, el músico compartirá este viernes desde las 21.30 h. varias de sus canciones, que recoge en este nuevo formato bajo el título de uno de sus temas, Objetos perdidos.

- ¿Por qué la canción de Objetos perdidos como eje del tour ?

-En el escenario montamos un bar, que se llama así porque es donde nos encontramos los músicos y la gente que se siente un poco perdida. En el nuestro suceden muchísimas cosas, no solo en lo musical, que hay 20 instrumentos, sino también en lo visual. Tiene tintes teatrales, tres figurantes? Quiero que se abra el telón y que la gente no diga: "¿Cómo carajo han traído un bar y se lo llevan al día siguiente a otro teatro?". Cuando se te quedan cosas por el camino, al final es a donde acudes. El bar tiene ese punto.

- ¿Se quedan muchas cosas entre giras y escenarios?

-Pues sí. La música también tiene renuncias. Te pierdes cosas. Por ejemplo, Fito [Adolfo Garmendia, músico de La Contrabanda] estuvo de concierto en Chile y casi se pierde el nacimiento de su hijo, llegó por horas. Y no puedes estar con tu mujer los días previos, porque estás tocando a 11.000 kilómetros de casa. En la música siempre hay una parte de renuncia. Pero es el oficio más bonito del mundo.

- Con la de este disco quería "crecer artísticamente", ¿lo ha conseguido?

-Es que no se deja de crecer. Aprender es crecer, y nosotros no dejamos de hacerlo. Un artista que lleva 20 años, si está haciendo lo mismo que entonces? Se nota esa rutina. A mí no hay nada que me excite más que algo que no he hecho nunca, por eso estamos siempre buscando cosas diferentes. Eso implica que estás aprendiendo siempre. Y con este tipo de giras lo hacemos muchísimo. No sé cuándo me jubilaré, pero a cierta edad solo haré teatros. Me veo con 65 tacos, tocando pronto y yéndome a la cama, en vez de perrear por ahí.

- El doble de tu mitad también se lo ha tomado con calma. Hizo un parón de 4 años.

-Fueron dos. Entre disco y disco pasaron cuatro años, pero habían sido muchos trabajos todos seguidos, muchas giras por América y por teatros, y fue cómo: "Vamos a dejar de vivir en hoteles y vamos a volver un poco a casa". A cuidarme un poco y a no estar viviendo solo para y por la música. Me dediqué a hacer viajes a título personal, y al final estuve tan a gusto, que estuve dos años.

- Ese bienestar se trasladó al disco, hay temas muy luminosos.

-Sí, es un disco con más luces que sombras. Todo corresponde a un momento vital. Estoy en un momento medianamente dulce, y eso se acaba notando en las canciones. Pero siempre hay heridas del pasado que acaban saliendo.

- Por ejemplo, La reina del barrio .

-Claro, esa correspondería a las sombras. En el teatro, la hago yo solo, y es un momento? Yo alguna vez lo digo, cuando una canción la cantas y te parte el pecho en dos, es porque mola. Y La reina del barrio es de las que cuesta mucho cantar, porque tiene una carga emotiva muy fuerte. Puedes tirarte un mes sin que te salga ninguna canción, pero esta la compuse en una hora. Recuerdo que estaba en casa y mi pareja vino con lágrimas en los ojos y me dijo: "¿Qué es eso?". Si yo me llego a plantear hacer una canción sobre el alzhéimer o sobre mi abuela o mi suegra, que son las dos protagonistas, no hubiera salido. Lo premeditado, en tema de composición, no funciona. Las canciones funcionan cuando no están buscadas.

- Igual que los singles , ¿cuál ha elegido el público?

-El público ha elegido, como yo, Noviembre. Es la canción que más me gusta del disco. Y es la que ha llegado a más gente. Al final, hay una parte del álbum con canciones más de primera escucha, y luego una parte final, que es de efecto lento. Yo soy fanático de esas canciones que no son tan singles, pero que te calan mucho más. La flor II se supone que no es una canción para todos los públicos, pero luego te sorprendes, como cuando hice la I en el disco anterior. Ahora es un clásico del repertorio de la banda.

- ¿Prepara ya La flor III ?

-Amenazo con ello [se ríe]. Alguna vez lo digo por el micro. Seguro que algún día sale, me parece bonito hacer una continuidad. Y el público la hizo suya.

- La II, como el resto del disco, la grabó con Carlos Raya como productor. Mientras, de La Contrabanda solo nos encontramos con Dani Baraldés y Adolfo Garmendia, ¿por qué?

-Al final, cuando grabas con un productor, negocias un poco. Carlos dijo que para ese tipo de canciones le molaría que grabáramos con gente con la que trabaja habitualmente. Y me pareció bien. En ese sentido, no hay ningún problema, porque llevo 7 años con La Contrabanda, son amigos, y no tenemos 25 años y un ego de la hostia. Yo decido, y ellos siempre arropan.

- "Ahora tengo lo mejor de un grupo y lo mejor de ir en solitario", ha dicho. ¿Ya no se comprometería con una banda tanto como hizo con La Fuga?

-Jamás. Eso te quita libertad. La mayoría de los grupos tienen fecha de caducidad y, los que no la tienen, no lo han sabido dejar a tiempo. Tras la barrera de los 10 años de un grupo, lo que hay son acuerdos de mínimos. Desgasta muchísimo. En La Fuga era: "Vamos a hacer una gira de teatros", "no, no queremos". "Vamos a parar un año para componer", "no". Yo ahora marco los tiempos de todo y, en lugar de que alguien me esté poniendo pegas todo el rato, todos vamos a por ello.