Juan Canosa, José García, Ana Rodríguez y Belén Soria se reúnen en el Club del Mar para reivindicar la necesidad de que suban las pensiones y animar a otros jubilados a "salir a la calle". Consideran "vergonzoso" el aumento que propone el Gobierno, al tiempo que denuncian que afecta "a la dignidad de las personas" y que es "ridículo y humillante". Acusan al Ejecutivo de "mentir" y demandan que "por lo menos" aumente las pensiones con el IPC.

Ana, tras 40 años de trabajo en Telefónica, cobra 1.576 euros al mes. "Desde hace cuatro años me suben unos 50 euros al año, la vida sube mucho más", señala. "Al ir cumpliendo años necesitas más, no menos. Necesitas alguien que te eche una mano en casa, hay cosas que no puedes hacer, no puedes comer aquello... y tienes derecho a ir al cine una vez al mes y a ir con el Imserso", opina, al tiempo que recalca: "No pueden agarrar a la gente con pensiones de miseria. Hay que luchar, tienen que subir todas, no podemos estar perdiendo nuestro poder adquisitivo". Ana acusa al Gobierno de "intentar asustar y amargar los últimos años de vida" de los jubilados.

José se prejubiló a los 51 años por un problema en el hombro. Era estibador en el puerto. Relata que hasta hace un año y durante cinco cobró una prestación de 560 euros. "Tengo dos hijos en edad escolar, he luchado y por suerte me quedó una pensión de 1.400 euros por enfermedad profesional, pero estuve durante cinco años llegando a fin de mes como podía", cuenta. En la actualidad también dice tener dificultades económicas: "Tengo dos hijos, hipoteca, luz, agua, libros...", enumera.

Juan asegura que fue empleado "en una gran empresa", por lo que además de su pensión de 1.300 euros tiene un complemento. "Creo que soy un privilegiado viendo el panorama que hay porque es vergonzoso, afecta a la dignidad de las personas. Me extraña que la gente haya tardado tanto en salir a la calle. No puedo decir que tenga dificultades para llegar a fin de mes, pero no es para lanzar cohetes", apunta. Belén es viuda y percibe 680 euros más un complemento de 300 euros de la empresa en la que trabajaba su marido. "Soy de las que no puede poner la calefacción", cuenta.

"Yo tampoco pongo los radiadores cuando quiero ni tengo la casa como me gustaría tenerla. No puedo quejarme si me comparo, pero ya no quiero compararme, quiero pelear por los que tienen poco, pero también quiero pelear por lo mío sin sentirme culpable", comenta Ana, quien insiste en la pérdida de poder adquisitivo sufrido por los jubilados. "No hubo crisis, hubo un movimiento derechizado en Europa para bajar sueldos, pensiones y todo", opina, ante lo que asienten Juan y José. "La crisis fue de los bancos y la pagamos todos", subrayan.

La subida que propone el Ejecutivo de las pensiones mínimas la consideran "ridícula" y advierten de que es una medida electoralista. "Por encima de estos Gobiernos hay otras instituciones supranacionales que son las que les dictan qué tienen que hacer", apunta Juan, quien señala que el estado de bienestar "acomodó a la gente" y que ahora "se acaba". Los cuatro coinciden en que hay "que seguir saliendo a la calle" para reclamar sus derechos y animan a otros jubilados a sumarse a las protestas.