Como es sabido, el Coro de la Sinfónica se nutre de coristas de toda Galicia. Hay quienes vienen desde Pontevedra o desde Ourense. La afición a la música y el amor a este coro pueden más que la dificultad del desplazamiento. Pero, en ciertos casos, la dificultad se hace casi insalvable; y así sucedió en la tarde del pasado martes, cuando un fuerte temporal azotó a toda la comunidad gallega. De manera que el numeroso coro de la OSG se vio reducido en no menos de veinte integrantes. La agrupación vocal hubo de afrontar el programa con una merma muy sensible: una cuarta parte del total, aproximadamente. Pero este coro aficionado se comportó como un coro profesional y afrontó con esta importante limitación un programa complejo y nada fácil. Hubo momentos de alta calidad como Ubi Caritas, de Duruflé, cantado a capella, o el bello Ave María, del joven compositor gallego Javier Fajardo, con acompañamiento de piano, al igual que el Ave María de Javier Busto. Una mención especial para las dos obras de Fauré. El Réquiem, obra de notable dificultad, tuvo una excelente lectura, incluido el acompañamiento de piano y la actuación de los dos solistas: el barítono José Luís Vázquez y la joven soprano Lía Celemín. Pero el momento más brillante del recital fue la versión del precioso Cantique de Jean Racine que, al concluir el acto musical, fue bisado, correspondiendo al entusiasmo del público. Joan Company estuvo al frente del proyecto coral de la OSG (coros de Niños, de Jóvenes y de Adultos) y tenemos la fortuna de que podamos seguir contando con su magisterio. Basta con verlo dirigir con sobriedad, con economía gestual y, al tiempo, con claridad y precisión, para comprender que contamos con un profesional de primer nivel.